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¿Cuál Novedad?

Estas semanas he observado un poco de los disparates político – mediáticos de los candidatos a diputados: ¿qué una absurda grabación?, ¿qué si te toco bailar con la más fea?, ¿qué si es verdad o no lo de la influenza?, etc., etc., todo ello sólo es muestra de la incapacidad de los candidatos y sus dirigentes, ya no para sugerir propuestas o definir criterios sobre temas coyunturales, sino para articular ideas coherentes sobre algún punto de vista. Ello es reflejo del poco nivel cultural que la gran mayoría de ellos tienen. Muchos columnistas han repetido hasta el hartazgo el bajo nivel de esta campaña, y ello es consecuencia de una tremenda crisis de valores y de la falta de compromiso y ética de la clase política. Da asco confirmar lo que ya se sabía sobre la familia Salinas y su corrupta forma de vivir, recientemente publicado por Carlos Ahumada; da pena enterarse el nivel de implicación de muchos importantes actores políticos del gabinete calderonista; es triste escuchar las revelaciones de un ex presidente justificando que se equivoco; todo ello demuestra la fragilidad de nuestro sistema político y sus instituciones, y si a esto agregamos la deficiencia de nuestro sistema nacional de salud antediluviano como bien lo señalara la semana pasada Ricardo Rocha y recientemente evidenciado así como el hecho de que nuestras escuelas no dan clases, sino lástima, al seguir programando generaciones de analfabetas funcionales para el país, tenemos como conclusión la apología discursiva en que desean montarse en esta campaña los patéticos partidos políticos mexicanos.

Bajo esta doble moral discursiva – si es que de verdad podemos llamarle discurso – se justifican nuestros candidatos, entre ellos por citar un ejemplo de barbarie esta Blanca Jiménez mejor conocida como “la nacasia tricolor” en el 9° distrito, señalando que “primero es la economía familiar” a partir de sugerir que no se gravaran más los productos de la canasta básica. Tal vez habría primero que comentarle que la canasta básica en la práctica citadina de los hogares poblanos desapareció hace mucho tiempo por la diversidad de productos básicos en nuestra alimentación cotidiana y que, de acuerdo a una disposición del 2001se faculta a la SHCP para “realizar los estudios de ingreso-gasto que muestre por decil de ingreso de las familias su contribución en los distintos impuestos” para eficientar y evaluar el impacto del sistema tributario. De dicha evaluación periódica que la dependencia realiza se desprende que los llamados alimentos básicos estuvieron exentos hasta septiembre de 1980; a partir de septiembre de 1980 se otorgó a algunos alimentos procesados de la “canasta básica” la exención con derecho al acreditamiento, implícitamente, tasa cero como hasta el día de hoy se sostiene, y los incrementos en los precios de algunos productos de consumo atienden a las fluctuaciones económicas del mercado más que a reglas que puedan determinarse en el debate parlamentario – hasta aquí la reflexión.

Por otra parte. En diciembre de 2008, debido al empeoramiento eminente de las condiciones económicas internacionales y su repercusiones en México, el Congreso de la Unión resolvió organizar el Foro “México ante la crisis: ¿Qué hacer para crecer?”. Entre las conclusiones del Foro, se determinó la urgencia de implementar acciones que se traduzcan en la creación de nuevos empleos, la defensa del ingreso de las familias y el crecimiento económico – por ende no hay ninguna creatividad en el discurso de los candidatos tricolores. Los compromisos: el Congreso de la Unión se comprometió a aprobar medidas legislativas bajo el criterio de necesidad y urgencia, para acelerar el ejercicio del gasto público con eficiencia y transparencia, para mejorar la eficiencia del sistema financiero, promover el crédito y adoptar medidas para proteger el empleo, fortalecer la seguridad social y promover y regular la inversión privada – que ya están definidas y preparadas en dictámenes, entre las medidas se destaca: reestructurar a fondo la Banca de Desarrollo, incrementar sustancialmente su capacidad de financiamiento y dotarla de un marco operativo acorde con las necesidades de los sectores productivos para potenciar la generación de empleos; especificar medios efectivos para que los consumidores puedan reclamar daños y perjuicios; introducir el concepto de innovación tecnológica, mejorar los centros públicos de investigación, crear organismos y herramientas específicas en materia de fomento a la innovación; aumentar el acceso a los beneficios por desempleo, incrementar y redistribuir la cuota social a favor de los trabajadores de menores ingresos y flexibilizar las aportaciones para ofrecer un mayor crédito a la vivienda. Dónde está pues la novedad, el debate y las propuestas. Sólo excusas sobre nuestra precaria situación, sólo ideas peyorativas y banales, sólo abstracción de los discursos es lo que nos ofrecen nuestros “preciosos” candidatos.

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