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Puebla tiene nuevo alcalde.


De los dimes y diretes se paso al cómputo de votos, los atropellos de una contienda electoral de aciertos y desaciertos quedo en el pasado, la larga y extenuante jornada electoral que diera un contundente Knockout  a favor de la coalición “Puebla Unida” el pasado 7 de julio fue la antesala de una agonizante semana para el revolucionario institucional quien, incrédulo aminoraba en las primeras horas de aquel domingo la realidad latente de una ciudadanía que no fue pasiva frente a un nuevo estilo de gobierno y  que emitió un voto de confianza al gobernador poblano.
Ante el hecatombe electoral sufrido en Puebla, el PRI tuvo que recular todo aquello que acostumbrado hacer hoy padeció; la inverosímil política ficción poblana le dio una lección a los gurús del marketing, la tenebra y la estrategia electoral, dando paso al pragmatismo y al referéndum del primer gobierno emanado de una coalición. Un gobierno que pese a la crítica le ha dado un rostro de evolución, progreso y vanguardia a la cuarta ciudad de mayor importancia en el país en tiempo record.
Y si bien, la opinión pública piensa que los políticos son meros actores que interpretan un papel en el teatro del poder corruptor de una sociedad, tocará a los nuevos actores demostrarle a más de 25mil ciudadanos que emitieron votos nulos así como al alto porcentaje de poblanos que no votó, lo contrario.
En ese orden de ideas, toca el turno a Tony Gali Fayad de no defraudar la confianza de los poblanos, de planear acciones claras en materia de seguridad, servicios públicos y dignificación de vialidades, como problemas latentes para hacer de Puebla el Corazón de México.  Por lo que entusiasmar a una sociedad conservadora en su esencia y acostumbrada a vivir en una aldea plástica será un reto de enormes proporciones conjugada con una visión de gobierno audaz y fuera de serie para transitar por el camino de la transformación clara, transparente y honesta como tarea esencial de todo gobierno, recuperando así la confianza y credibilidad en el difícil y complejo ejercicio de poder.

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