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Horas de incertidumbre e inquietud.



Investigadores del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE), señalaban en un texto editado en 2003 bajo el titulo “La Acción de los Gobiernos Municipales en la Política de Salud Pública: en busca de una primera explicación” lo siguiente: “La Salud pública en México se encuentra sometida a serias presiones de demanda. El crecimiento de la población, la conformación de cuadros epidemiológicos nuevos – caso particular de la influenza porcina – y, en el futuro inmediato, el cambio en las curvas de edad colocarán al sector ante retos inéditos que exigirán respuestas eficientes y eficaces capaces de involucrar a los distintos agentes gubernamentales y sociales para la solución de dichas problemáticas”. Ello nos lleva a un serie de reflexiones fundamentales en este momento de incertidumbre social: ¿qué tanto hemos invertido los mexicanos en la salud pública? y ¿qué acciones ha tomado el gobierno para desarrollar investigaciones serias sobre nuevos cuadros epidemiológicos? pero sobre todo, ¿qué capacidad tiene el Estado Mexicano para hacer frente a una contingencia sanitaria mayor?. Las respuestas a estas y otras interrogantes que usted y quien escribe este breve espacio tengamos, se disiparán en la medida en que conozcamos más sobre esta nueva epidemia que es resultado de una mutación de origen animal, la cual como todos sabemos se ha propagado por la vía aérea y cuyo tratamiento oportuno debe ser a través del suministro de antivirales controlados en los centros de salud y hospitales particulares. Ya que hasta el momento no se cuenta con una vacuna contra el virus denominado H1N1, y su elaboración tomará entre cuatro y seis meses de fabricar y producir, según indicó Keiji Fukunda, presidente interino del Departamento de Seguridad Sanitaria y Medio Ambiente de la Organización Mundial de la Salud, quien ha convocado a la comunidad científica del mundo para la elaboración de la misma, una vez que la OMS ha declarado la fase 4 de alerta, consistente en un riesgo significativo de pandemia, por la transmisión de brotes comunitarios, y sin que las autoridades nos brinden mayor información.

Desde el día jueves los mexicanos hemos sido testigos de un evento sin precedentes, que ha generado incertidumbre y un temor generalizado entre la población, ello es reflejo del pesimismo que nos caracteriza resultado de malos gobierno como bien señala una encuesta recientemente publicada por la revista Poder y Negocios; por ello las acciones emprendidas por el gobierno federal deben ser tomadas con seriedad, responsabilidad y un amplio criterio, y no como meras vaciladas como algunos articulistas lo han escrito con tono irónico por el cumulo de rumores que aparecen en la red, ya que la sociedad necesita información puntual y seria sobre el desarrollo de esta epidemia de la que poco se sabe; pues debe ser la seguridad humana el sustento ético de las acciones gubernamentales en busca del beneficio integral de la población. El tema de la salud pública hoy más que nunca rebaza las discusiones políticas y las diferencias ideológicas, al grado de replantear el sistema de salud pública en México, el cual es obsoleto en el sector público y costoso en demasía en el sector privado. Ante ello el cambio de fondo en los servicios de salud en México es inminente y debe contener un fuerte componente participativo y sustancial de la comunidad, que permita un desarrollo sostenido con la consecuente mejoría de uno de los aspectos más débiles del sistema de salud actual, nuestra calidad de vida, ésta quizás sea la primera explicación que debe dar el gobierno mexicano.

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