La visita del Presidente de los Estados Unidos de América, Barack Obama, a México se da en un momento relevante para las relaciones entre ambos países y en un contexto importante, por la disposición y voluntad de consolidar acuerdos en pro de la seguridad de ambos países, de avanzar en una reforma migratoria sin precedentes y en la disposición de fomentar más el comercio impulsando la cooperación aduanera.
La agenda bilateral con la visita del carismático Barack Obama, ha pasado de los desencuentros y las críticas mutuas en materias de seguridad, narcotráfico y comercio, hacia la búsqueda de acuerdos que beneficien a los mexicanos, para combatir el crimen organizado con tecnología e inteligencia y para frenar el tráfico de armas por las fronteras norteamericanas – principales puntos de la reunión de los mandatarios.
Por lo que hace al tema migratorio hasta hoy las respuestas de parte del gobierno norteamericano, tales como la ley para la Reforma y el Control de la Inmigración, firmada por el Presidente Ronald Reagan en noviembre de 1986, y cuyos principales objetivos eran castigar a los empleadores de trabajadores que no pudieran probar la estadía legal de sus trabajadores; abre el camino para avanzar en nuevas reglas que permitan la estancia legal de trabajadores inmigrantes. No obstante que la contratación de trabajadores de raza hispana ha disminuido en ciertas regiones debido a que los empleadores temen ser castigados, aunado a las bajas de mercado provocadas por la crisis financiera; la discriminación en todas sus formas sigue siendo un tema por demás espinoso para ambos países. La importancia del tema atiende a que actualmente viven en Estados Unidos 30 millones de personas de origen mexicano, de los cuales aproximadamente 12 millones nacieron en México, por lo que es innegable que este fenómeno tiene efectos económicos y sociales tanto en México como en Estados Unidos y en ese sentido debe de ser prioritario el reconocimiento de la aportación que esta población hace a las comunidades de destino. De los cuales un alto porcentaje es de poblanos.
La aprobación de una reforma migratoria integral, que es facultad propia del Congreso estadounidense y con una mayoría demócrata estudia las posibilidades, hasta en tanto en cuanto ello no suceda obliga al gobierno mexicano a ser respetuoso de los acuerdos tomados por los políticos norteamericanos, sin olvidar que la responsabilidad es compartida por lo que se debe pasar de las buenas intenciones, de las palmaditas y de los elogios a las acciones concretas por ambos países.
Para de ello y por nuestra parte, es necesario la creación de mecanismos que enfocados a la atención de las comunidades expulsoras que inhiban el flujo migratorio y que brinden alternativas a las familias de nuestros connacionales, programas que hasta hoy solo han servido como puentes de negociación de los gobiernos estatales con ciertos grupos de migrantes para justificar el trabajo a favor de los llamados paisanos, y que únicamente ha dado pie a complicidades políticas y proteccionismo económico de unos cuantos, tal fue el caso del narcoalcalde en el municipio de Izúcar de Matamoros.
Lo cierto es que la visita de Obama a México, reanima la relación bilateral en un momento por demás difícil y da a México una oportunidad para avanzar en el combate al narcotráfico que ha rebasado las fronteras, al tiempo darle confianza a los mercados para incrementar sus inversiones y con ello fomentar la generación de nuevos empleos.
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