Dice el dicho popular que “muerto el rey, viva el rey”, y es prácticamente la frase con la que hoy podemos identificar al Partido Acción Nacional, el cual después de sus paupérrimos resultados electorales sigue apostándole al compadrazgo más que a la reflexión de los factores que provocaron su decline electoral el pasado 5 de julio.
Hace tan sólo un mes muchos criticamos la actitud arrogante de su dirigencia nacional, analizando que la falta de talante, es decir, de dialogo y acuerdos políticos hacia el interior, sería el principal factor de la debacle electoral, sin pensar que dicha derrota fuera a ser tan contundente siendo partido en el gobierno, situación esta última que no fueron capaces de potencializar por la carencia absoluta de una planeación estratégica de la campaña desde las delegaciones federales, muchas de las cuales son al día de hoy innecesarias y sumamente onerosas para la hacienda pública, además del factor suma cero de la imposición de candidatos que sólo dividió más la endeble nomenclatura panista. De ahí que flexibilizar divergencias, homologar criterios y consensar acuerdos será la primera tarea de quien o quienes pretendan tomar las riendas de su dirigencia nacional, pues es claro que la descomposición hacia el interior de su militancia, la cual se ha desanimado al grado de ya no participar, es el principal factor al que debe imprimirse un especial énfasis sí de verdad desean ser un partido verdaderamente competitivo. Pero dicha transformación no acaba ahí, ya que a mi juicio debe ser ésta inmediata y partir del respeto a la voluntad de su militancia en la designación de nuevas dirigencias locales y estatales, como punto de quiebre hacia un claro respeto de la democracia interna que hasta antes de ser gobierno los caracterizó, y que para el caso de Puebla se convierte en la antesala de la elección de gobernador para el próximo año al grado de que los diferentes grupos comienzan a delinear sus estrategias para arrebatar cuanto antes la estafeta al patético dirigente Rafael Micalco.
Por su parte, bien hemos mencionado en otras colaboraciones que, en los dos últimos procesos electorales en Puebla sus dirigencias han pecado de ineptitud y falta de materia gris, pues ha sido su incapacidad de coordinación y carencia de un conocimiento claro del electorado su principal característica de gestión partidista. Al día de hoy, los tiempos electorales apremian y Acción Nacional no ha sido para nada, capaz de encauzar una clara estrategia, más allá del discurso bien intencionado y la simplificación de un mensaje que penetre en la conciencia de los ciudadanos al grado de que lo hagan propio. No cabe duda al interpretar a Nicolás Maquiavelo que la política es perversa y dentro de esa perversidad las dirigencias panistas sólo han pecado de ingenuidad, pues su trabajo en la generación de cuadros nuevos es escasa, claro, no más que el desarrollo de liderazgos y estructuras territoriales, a ello agreguémosle que su estructura en campañas siempre es horizontal y nunca vertical, en donde todo mundo se entera de todos siendo incapaces de aplicar el binomio de que “toda campaña es para formar e informar al ciudadano”.
Además, es apremiante para ellos elaborar un diagnóstico claro y fehaciente, por sus notables integrantes del consejo político, para visualizar escenarios honestos, ya que la gestión de sus legisladores no ha sido la esperada, tan sólo un dato, la ciudadanía los calificó con 5.2 por considerar que en su desempeño no son capaces de actuar de forma autónoma, transparente y eficaz. He aquí algunas recetas que debieran algún día aplicar su dirigencias, y esperemos por su bien, sea pronto.
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