Después de una par de semanas de vacaciones, regreso a este espacio para reflexionar con Ustedes de que no cabe duda que el éxito de un político depende, a menudo de su capacidad para representar y gestionar los intereses de grupos que han impulsado su carrera, en donde lo trascendente no es correr, sino saber conservar el paso. Sin embargo cuando estos grupos pierden fuerzas o aparecen otros con intereses contrarios, la trayectoria de algunos políticos empieza a declinar. Existen, no obstante, un tipo distinto de políticos, aquellos personajes que parecieran tener magia, aquellos que no llegan a un sitio para defender los intereses de una camarilla sino para hacer lo que juzgan es mejor para sus representados; por lo general esta clase tan escasa de talentosos hombres es difícil de encontrar y son éstos últimos quienes no sólo le dan sentido a la política y la dignifican, sino también le dan prestigio a los gobiernos por sus dotes de estadistas.
Lamentablemente nuestro espacio político esta lleno de políticos poco talentos y peor aún pésimamente preparados, los cuales para desgracia de nosotros son electos en un juego de suma cero por coyunturas (opacidad) más que por capacidad, ahí tenemos a nuestros talentosísimos diputados federales principalmente los emanados de Acción Nacional que concluyen su periodo esta semana con la presentación de sus respectivos informes de actividades – ¿tendrán algo digno que informar? -, algunos de los cuales – seguramente los más – dejaron anticipadamente y dejaran a un lado la representación popular que los llevo al recinto de San Lázaro para vanagloriarse por arrojar cocacolas en la tribuna (caso particular de Violeta Lagunas) más que por su capacidad de consenso, deliberación y debate parlamentario en oficinas y delegaciones del Gobierno Federal a las que seguramente – ojalá y no- llegarán como resultado de su siempre loable disciplina partidaria. A ellos valdría la pena preguntarles – si es que no les da vergüenza – ¿qué es lo que tienen que informar cuando sus resultados como legisladores fueron tan pésimos?, ello sin entrar a detalle de su trabajo en lo individual donde el hasta hoy diputado Alfonso Bello se llevaría las palmas de oro; ¿qué tienen que responder ante el hecho de que el 90% de los ciudadanos piensa que ganan más de lo que se merecen?; ¿qué paso con todas aquellas promesas y expectativas que no fueron capaces de cumplir?, más aún habría que preguntarles como señala Héctor Aguilar Camín en su columna Día con Día ¿para qué querían el poder y que fueron capaces de hacer con él? – obtener prebendas solamente quizás -
Todas estas cuestiones y otras más son un indicativo para reflexionar sobre cuestiones fundamentales de nuestra democracia, y hacia donde hace falta virar el barco para evolucionar, y mismas que no serán seguramente respondidas por estos políticos busca chambas que sólo las agregarán a sus anecdotarios fotográficos de su mediocre paso por San Lázaro.
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