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Quién dice que hemos mejorado.


Pareciera irrisible pensar que después de lograr una transición del partido que gobernó más de setenta años las cosas mejorarían o cuando menos la calidad de vida sería diferente en este país, lo cierto es que nada ha cambiado, la política sigue siendo poco profesional en los estados y más aún en los municipios; la transparencia gubernamental pareciera seguir estancada; el fraude y la simulación son la mejor cara de los gobiernos; la educación sigue siendo costosa y de muy mala calidad, y así podríamos seguir mencionando muchas deficiencias más, pero tres datos saltan a la luz después de una crisis financiera que cimbró al mundo y que concluido un proceso electoral poco afortunado, obligará al Ejecutivo federal a recomponer no sólo el aparato gubernamental sino principalmente su disciplina partidaria de aspirar a transformar la situación en los tres años que le quedan para demostrar lo que él llama “vocación humanista de gobierno”. En primer lugar se debe destacar, lamentar y por supuesto analizar que el número de personas que viven en pobreza extrema no sólo no ha disminuido sino que ahora son 5 millones más que al inicio del sexenio calderonista; en segundo lugar, la falta de gobernabilidad que se demuestra con las inoportunas declaraciones del Secretario de Gobernación evidencia una crisis total del gobierno federal frente a factores externos de poder que han avasallado a todo el territorio nacional sumiéndolo en el terror y la inseguridad; y en tercer lugar agreguemos que, a nuestro flamante Secretario de Hacienda le fallaron las cuentas y ahora tiene que hacer un recorte presupuestal sobre los poco recursos fiscales libres que aún le quedan a las arcas nacionales para poder reactivar la economía nacional, situación esta última que saldrá muy costosa para los estados y municipios al grado de declarar en banca rota a muchos municipios en todo el país. Cabe aquí puntualizar la declaración hecha por el Secretario de Finanzas Gerardo Pérez Salazar a la revista Emeequis en la que señala que, el aprieto en Puebla es mayor: “con una enorme deuda pública, la merma de dinero federal en el primer semestre fue de 31.6 por ciento” ya que “la situación se complica si se atiende a un dato: 9 de cada 10 pesos del ingreso poblano proviene de las participaciones federales”, es decir el 90% de los ingresos provienen de transferencias federales. Ante esta penosa situación, Pérez Salazar señala que la administración estatal tendrá “problemas para el pago de nóminas y compromisos importantes” – seguramente dirán que no fue posible concluir el llamado puerto seco y el centro expositor, elefantes blancos de la administración marinista que ya antes habíamos previsto - ya que la dependencia de recursos externos es prácticamente absoluta, en especial para municipios rurales y de alta marginación en donde alcaldes como en el Municipio de Ahuatlan han abusado de su autoridad al grado de que sus habitantes tal pareciera son protagonistas de la vida de ese remoto lugar llamado San Pedro de los Sagueros de la tan conocida película “La Ley de Herodes” protagonizada por Damián Alcázar en el papel del alcalde Juan Vargas.

Ante este escenario el Presidente Calderón anuncia con bombo y platillo la “cédula de identidad ciudadana” proyecto que tal cual espejitos los alcahuetes y lambiscones partidarios de la Sra. Ana Teresa Aranda anunciaron como si fuera de autoría de esta última en el programa radiofónico de Mario Alberto Mejía, cuando dicho programa data de 1996 previsto en el artículo 8° transitorio de la Ley General de Población; proyecto que a decir del investigador y ex consejero federal del IFE Jaime Cárdenas, se vuelve superfluo al cambiar el objetivo con el que fue concebido y por el excesivo costo que tendrá y que bien podría destinarse para tareas mucho más apremiantes, y que a mi parecer se vuelve a final de cuantas en un excesivo medio de control estatal por la información total a la que el estado - hoy totalitario - tendrá de los mexicanos lo que vulnerará la protección de datos personales y el derecho a la intimidad de las personas, llegando a la hipótesis de en un futuro se pueda fácilmente reprimir a todo aquel que tenga posiciones diferentes a las oficiales.

Esta es la penosa realidad en la que ya hemos vivido.

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