Dicen que en política la forma es fondo, pero qué pasa cuando el fondo tiene en realidad un trasfondo marcado por el egoísmo anacrónico electoral, ni lógico ni ideológicamente coherente. Qué pasa cuando las alianzas de facto no cuentan con proyectos de gobierno pensados y razonados. Qué pensar cuando el abuso de poder se vuelve una constante, desde el nivel más nimio de gobierno hasta las puertas de la casa presidencial, para quienes el tráfico de influencias y el soborno son una mera práctica cotidiana, independientemente de las siglas que los han llevado al poder. Pasa que la sociedad se harta, se fastidia de la demagogia y la desfachatez, se organiza y moviliza para dar marcha a un cambio de sistema, al menos eso pasa en las sociedades con un nivel mínimo de autocritica. Pero debemos ser cautos, por que el cambio no es dable ni posible cuando no existe proyecto ni liderazgos capaces de aglutinar el desánimo para transformarlo en auténtico proyecto de nación. De mo...
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