"Ser bueno es fácil....lo difícil es ser justo."
Tal parece que en este país en materia de política y educación cívica poco o nada hemos aprendido, glorificamos antihéroes en vez de héroes, idolatramos figuras producto del márquetin televisivo en vez de personajes con una clara definición ideológica.
Es así como Rafael Acosta Naranjo mejor conocido como “Juanito”, este antihéroe producto de la medianía mental lectora seguramente del Libro vaquero, se coloca en medio del escenario nacional para reivindicar lo mejor de un México de la ficción del cine burlesque, que no ha entendido los alcances de la democracia la cual permite a cualquier ciudadano como él, tristemente gobernar sin ton ni son. Ello no es malo si analizamos el punto en virtud del cual veamos al método democrático de elección de nuestros representantes como válido y transparente, pero por otro sentido, las mismas regalas del juego de suma cero son criticables por la poca participación de la ciudadanía en las decisiones y por la ambigüedad en los límites permisibles de hasta qué grado sería válida una élite de políticos mejor preparados en el gobierno sin que se atentara contra la libertad de los ciudadanos de votar y ser votados. Ambas interrogantes son hoy por hoy imposibles de dilucidar hasta que no contemos con una educación cívica permanente y global para los mexicanos, que evite en un futuro aún lejano que más Juanitos y López Obradoristas, utilicen a la democracia como bandera de cambio y moneda de transacción del poder, ya que si algo en este tema es más que claro, es el supuesto de que la pugna no es en relación a quién debe o debiera gobernar Ixtapalapa, sino por la cantidad de dinero que recibe esta delegación y los fines electorales que de cara la 2010 tiene este pequeño territorio enclavado en la capital mexicana. Es evidente que Ixtapalapa se ha vuelto en la Jeruslem mexicana, y con ello no me refiero al hecho de que en esta delegación se glorifica la más importante representación de la pasión de Cristo para los católicos mexicanos, más bien y recordando aquí aquella escena de la película Cruzada en la cual el personaje interpretado por Orlando Blume quien al estar frente a Saladino le cuestiona al conquistador musulmán ¿cuánto vale Jerusalem? a lo que este le responde “Nada…” y luego de una pausa nuevamente responde “Todo”.
Esta es quizá la principal reflexión que valdría hacer para entender por qué “Juanito” se ha vuelto en la panacea nacional y por que el país sigue careciendo de figuras políticas más responsables y de representantes con mayor calidad, pues hasta que en nuestro país no cambie el asociar la alta responsabilidad gubernamental alejada de intereses económicos seguiremos padeciendo de falta de transparencia en la ejecución de los recursos públicos de parte de los ayuntamientos, tal como lo indicó IMCO con la publicación de su último estudio a los gobiernos municipales y, de la opacidad con la que actúan los gobernadores, situación de la cual diera testimonio el periódico Reforma la semana pasada.
Seguir atestiguando que más preciosuras de políticos nos gobiernen o pretendan gobernarnos con la medianía de su talento, sería darle vida a la obra de Aldous Huxley “Un mundo feliz", escrita en 1932, en la cual Huxley describe una democracia que es, al mismo tiempo, una dictadura perfecta; una cárcel sin muros en la cual los prisioneros, es decir nosotros, no soñaríamos con evadirla; un sistema de esclavitud donde, gracias al sistema de consumo y el entretenimiento, los esclavos seguiremos amando vivir en servidumbre.
Tal parece que en este país en materia de política y educación cívica poco o nada hemos aprendido, glorificamos antihéroes en vez de héroes, idolatramos figuras producto del márquetin televisivo en vez de personajes con una clara definición ideológica.
Es así como Rafael Acosta Naranjo mejor conocido como “Juanito”, este antihéroe producto de la medianía mental lectora seguramente del Libro vaquero, se coloca en medio del escenario nacional para reivindicar lo mejor de un México de la ficción del cine burlesque, que no ha entendido los alcances de la democracia la cual permite a cualquier ciudadano como él, tristemente gobernar sin ton ni son. Ello no es malo si analizamos el punto en virtud del cual veamos al método democrático de elección de nuestros representantes como válido y transparente, pero por otro sentido, las mismas regalas del juego de suma cero son criticables por la poca participación de la ciudadanía en las decisiones y por la ambigüedad en los límites permisibles de hasta qué grado sería válida una élite de políticos mejor preparados en el gobierno sin que se atentara contra la libertad de los ciudadanos de votar y ser votados. Ambas interrogantes son hoy por hoy imposibles de dilucidar hasta que no contemos con una educación cívica permanente y global para los mexicanos, que evite en un futuro aún lejano que más Juanitos y López Obradoristas, utilicen a la democracia como bandera de cambio y moneda de transacción del poder, ya que si algo en este tema es más que claro, es el supuesto de que la pugna no es en relación a quién debe o debiera gobernar Ixtapalapa, sino por la cantidad de dinero que recibe esta delegación y los fines electorales que de cara la 2010 tiene este pequeño territorio enclavado en la capital mexicana. Es evidente que Ixtapalapa se ha vuelto en la Jeruslem mexicana, y con ello no me refiero al hecho de que en esta delegación se glorifica la más importante representación de la pasión de Cristo para los católicos mexicanos, más bien y recordando aquí aquella escena de la película Cruzada en la cual el personaje interpretado por Orlando Blume quien al estar frente a Saladino le cuestiona al conquistador musulmán ¿cuánto vale Jerusalem? a lo que este le responde “Nada…” y luego de una pausa nuevamente responde “Todo”.
Esta es quizá la principal reflexión que valdría hacer para entender por qué “Juanito” se ha vuelto en la panacea nacional y por que el país sigue careciendo de figuras políticas más responsables y de representantes con mayor calidad, pues hasta que en nuestro país no cambie el asociar la alta responsabilidad gubernamental alejada de intereses económicos seguiremos padeciendo de falta de transparencia en la ejecución de los recursos públicos de parte de los ayuntamientos, tal como lo indicó IMCO con la publicación de su último estudio a los gobiernos municipales y, de la opacidad con la que actúan los gobernadores, situación de la cual diera testimonio el periódico Reforma la semana pasada.
Seguir atestiguando que más preciosuras de políticos nos gobiernen o pretendan gobernarnos con la medianía de su talento, sería darle vida a la obra de Aldous Huxley “Un mundo feliz", escrita en 1932, en la cual Huxley describe una democracia que es, al mismo tiempo, una dictadura perfecta; una cárcel sin muros en la cual los prisioneros, es decir nosotros, no soñaríamos con evadirla; un sistema de esclavitud donde, gracias al sistema de consumo y el entretenimiento, los esclavos seguiremos amando vivir en servidumbre.
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