En mi colaboración de la sema pasada bajo el titulo de “Cuánto vale la fuerza de la unidad (priísta)”, hacía referencia entre otros factores a que el protagonismo del precandidato Javier López Zavala pude llegar a hacer el elemento más endeble del político, entendiendo a esté como el factor que puede llevar al priismo en Puebla a su derrota electoral el próximo 6 de julio.
Veamos porque, parafraseando a Alonso Lujambio en su reciente obra “La Democracia Indispensable – Ensayos sobre la Historia del Partido Acción Nacional” señala que la ambición es connatural a la acción política, en particular a la acción política del neopriismo del siglo XXI, a través del cacicazgo de sus gobernadores, quienes apuestan todo con tal de conservar para ellos y sus más cercanos colaboradores las mismas canonjías, haciendo bastante política por dos razones: para evitar perder su poder y en segundo lugar, dar la impresión de seguir conservando el poder al final de sus sexenios; elemento clave para la selección de López Zavala como candidato a la sucesión Marinista.
Sin embargo, el cálculo impreciso sobre la ambición y protagonismo del chiapaneco –hoy poblano, ganada a lo largo del sexenio marinista, a mi juicio dejó de lado el lado flaco del candidato, su falta de sensibilidad, conocimiento de los asuntos técnicos y de estrategia para tomar decisiones oportunas y evitar ridículos innecesarios como el sucedido la semana pasada en un programa radiofónico en Tehuacán con el asunto de la tenencia. A ello agregue usted la falta de creatividad e innovación de parte de sus mercadologos, ya que la idea publicitaria de utilizar la letra “Z” como truco publicitario no tiene nada de original sino que es la copia burda de la campaña electoral de José Luis Rodríguez Zapatero y el Partido Socialista Obrero Español cuando las siglas de este último ya no eran redituables electoralmente en 2004, de este modo el reduccionismo de las siglas ZP “Zapatero Presidente” fue para las elecciones generales todo un bom publicitario, idea que hoy reciclan burdamente los priistas para enarbolar la continuidad del marinismo en el gobierno sin considerar la fuerza político electoral que aún el priismo poseía antes de fracturarse por la imposición de un candidato.
Estos pequeños pero precisos cálculos que cualquier estratega estaría obligado a tomar, simple y sencillamente fueron omitidos por la nomenclatura priísta. Ya veremos ahora que arranque la campaña formalmente que las debilidades del zavalismo están precisamente en su falta de conocimiento de los asuntos técnicos y de disertación como lo dejó evidenciado frente a un precandidato más preparado y con mayor escuela política, como lo es Moreno Valle, pese a quien le pese; todo ello demuestra la falta de propuesta y vació de contenidos que augura la campaña zavalista, lo que sumado al tremendo desgaste por el que atraviesa en este momento el priismo con la fractura de Enrique Doger podrán constituir el anunciado fracaso electoral en la sucesión gubernamental y el fracaso de una clase política que simple y llanamente no se preparó para gobernar y que sólo está obsesionada con ganar.
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