No es de extrañar a propios y extraños el peso político de Puebla Capital, no sólo por el número potencial de votantes que la ciudad tiene sino porque la calidad del voto de ellos será determinante el 4 de julio. Analicemos las razones.
Tal y como lo publica la semana pasada la Agencia Independiente de Investigación de Mercados y Opinión Pública Roheisen, con sedes en Houston y Monterrey, 4 de cada 10 poblanos se identifican con las siglas del PRI, mientras que sólo 1 de cada 4 lo hace con el PAN, porcentaje igual al del grupo de ciudadanos que no tiene interés alguno en la política. Sin embargo, el asunto se complica cuando se añade el factor de las alianzas, toda vez que para el caso particular de Acción Nacional la dimensión electoral real de su alianza no implica propiamente un incentivo para captar votos sino por el contrario la alianza “Compromiso por Puebla” significa para los poblanos un rechazo ideológico, al considerar que ésta no abona ni garantiza nada para la elección de gobernador, dada la poca o nula presencia electoral que tienen los partidos pequeños en Puebla.
De este modo y bajo las anteriores premisas, si el domingo hubieran sido las elecciones en la capital Poblana según la empresa de marketing Roheisen, es la PAN a quien no le beneficiaría la coalición de partidos ya que en intención de voto el PRI le aventajaría por 7 puntos, hoy nada despreciables. Es importante destacar en este punto, que del porcentaje de potenciales electores que indicó en la muestra en este momento que no votaría por ninguna propuesta, se prevén dos escenarios posibles, el primero es que efectivamente las poblanos anulen su voto en las urnas o simple y sencillamente aumente el porcentaje de abstencionismo al 50%, por la falta de capacidad para convencer y motivar al elector para participar el próximo 4 de julio.
En el caso de la alcaldía el escenario es aún más pesimista – como ya lo apuntaran otros columnistas – dado el bajo perfil de los candidatos; sin embargo, el PRI partiría en este momento con una ventaja de 9 puntos. Ahora bien, pese a la expectación que la candidatura que Eduardo Rivera ha supuestamente despertado en los sondeos para perfilarlo como virtual triunfador, la figura de Enrique Doger como promotor del voto priista en la capital opacará las estrategias de campaña del candidato albiazul, toda vez que el pulso político de la ciudad es mejor percibido por el ex edil y su equipo de trabajo que por el equipo del diputado con licencia, aunado a que frente a la precepción de los capitalinos en cuanto a la viabilidad de la coalición, Eduardo Rivera tendrá que realizar una campaña inteligente – lo cual resulta casi imposible al analizar su perfil de equipo – para incrementar el potencial de voto que hoy se percibe tendría Rafael Moreno Valle en la capital.
Las conclusiones que al respecto podemos adelantar son a mi parecer las siguientes: 1a.El PAN hasta hoy no ha sido capaz de sumar a todos sus grupos para cerrar frentes de unidad en sus campañas. 2a. El aislamiento y bajo perfil de su candidato a la Alcaldía será una razón de peso para inclinar la balanza el 4 de julio. 3a. Sumar a los adversarios no sólo implica la lógica electoral de no perder votantes “duros” sino también, enviar una señal inequívoca de inclusión para atraer nuevos simpatizantes. 4a. El PRI hasta el momento parece que ha sido capaz de hacer a un lado sus enconos para visualizar un proyecto común. 6a. Hasta hoy, francamente ningún candidato a la alcaldía ni a la gubernatura ha dicho como mejorar la seguridad y como potenciar el desarrollo. 7a. La inclinación política de los jóvenes en la capital irónicamente se polariza entre el PAN, el PRD y el abstencionismo, según datos de la empresa encuestadora.
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