A trece días de la elección la expectación de los poblanos no es tan alta como se esperaba, la guerra electoral atisba sus últimas estrategias, en este contexto los poblanos fuimos testigos un par de días atrás de un exacerbado y poco atractivo debate, evento este que fuera opacado al día siguiente por el triunfo de la selección nacional, tanto que México completo se paralizó y se volcó a las calles a vitorear a sus seleccionados.
Sin embargo, cuál es la percepción ciudadana real de cara al 4 de julio, cuántos ciudadanos saldrán realmente a definir el rumbo del Estado, sobre todo si hablamos de que la sociedad mexicana – en lo general y futbolera de corazón – está sumida en un inquietante pesimismo, en cuyo vocabulario obsesiona más la palabra “fracaso” que la palabra triunfo, palabra y significado que estuvo en boca de muchos antes de conocer el resultado final del partido de México contra el subcampeón Francia.
El pesimismo al que estamos acostumbrados, que por cierto es muy propio de nuestra idiosincrasia, persiste ante una realidad que parece inamovible, ante una anacrónica percepción de que los políticos no pueden ser propositivos, de que la sociedad no puede ser movilizada, de que la población que no puede ser mejor educada y, en cuya sociedad los buenos siempre sucumben. Por ello es mejor callar e ignorar, sobre todo cuando vemos un país que pareciera estarse desmoronando frente a una guerra francamente estúpida frente al crimen organizado que sigue cobrando muchas vidas.
Preguntémonos pues de qué sirve un discurso a destiempo sobre los resultados de esta guerra que no convencen a nadie y lastima tanto a nuestro país. Es lamentable ver que puede más una selección de futbol para levantar el ánimo de la gente, que las instituciones para darle credibilidad y confianza a los mexicanos. De ahí que vuelva tan recurrentemente a nuestro vocabulario la palabra “fracaso” para decirnos: “ya merito”, “ahora sí”, “sí podemos” – dada la contradictoria realidad que vivimos.
Todo ello se suma a esta coyuntura electoral que evocará una poca asistencia a las urnas el próximo 4 de julio, situación que es producto no de una escasa cultura política de los ciudadanos como algunos pretenden señalar sino por el contrario, dicho abstencionismo es resultado de una ciudadanía lo suficientemente madura e informada para discernir si respalda una propuesta electoral o no en las urnas. Es esta la lectura que los electores dan según Cesar Cansino: el PAN tuvo su oportunidad, pero ha sido un fracaso en el poder; el PRD merece su oportunidad, pero sus élites se la pasan destruyéndose entre sí; el PRI está siendo prudente y busca capitalizar el desgaste de los demás, pese a quien le pese.
De este modo como bien lo apuntara el mismo Cansino —el malestar y la confianza básica—, aunque contradictorios entre sí, tienen algo en común: nacen de la sensación o percepción de que gane quien gane, para bien o para mal, con la democracia no pasa nada, o al menos nada decisivo y trascendental como para involucrarse activamente.
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