Luego de celebrarse la jornada electoral del pasado día domingo, de las descalificaciones pasamos hoy a las impugnaciones, de los discursos electoreros pasamos a los discursos institucionales y sobre todo del pesimismo ciudadano, al que hiciéramos referencia en este espacio, pasamos a una actitud proactiva de la sociedad poblana quien sin tapujos salió a expresar su voluntad de manera libre y determinante, demostrando que su voto sigue siendo el mejor instrumento para decidir el futuro de la sociedad en la que vive, desafiando los pronósticos de las casas encuestadoras, tema este último que habrá ahora que evaluar sobre todo por el juego de expectativas que éstos generan en las elecciones. En estos términos y a pesar de que aún persiste en ciertos sectores de la población la coacción y la compra de voluntades, es innegable que el voto sigue demostrando su fuerza para premiar o castigar, para retroceder o progresar, para expresar simpatías y antipatías en una democracia en donde las mayorías se imponen a las minorías y en donde lo único cierto fue que los colores de los partidos no le interesan tanto a los ciudadanos.
Bajo esta óptica los poblanos fuimos testigos de un movimiento ciudadano que se expresó por un cambio, por una alternancia en el gobierno que como lo señale la semana pasada “será saludable para el Estado”, ello en virtud de que una nueva clase política llegara al poder, en este caso ya no para aprender el ejercicio gubernamental como fuera el caso de Fox en el 2000, sino con un diagnóstico muy claro de cómo ésta la entidad y hacia donde se deberán orientar las acciones de gobierno, abriendo con ello una nueva etapa política, económica y desde luego social para Puebla; con esta alternancia también llegarán nuevas prácticas y formas de ver y entender la transición del poder en Puebla, de generar una nueva dinámica de gobierno y de compaginar experiencias, pero sobre todo de volver a darle a los poblanos una nueva ilusión o lo que yo llamaría una renovada expectativa del quehacer gubernamental.
Será el domingo en que Rafael Moreno Valle se convierta en Gobernador Electo luego de que reciba la constancia de mayoría que extiende el Consejo Electoral Estatal, largos serán los 6 meses de la transición como lo será también la incertidumbre de quienes lleguen y quienes se irán en el pensamiento de una burocracia que se concibió en el marinismo y para quienes la alternancia vista sólo como una expectativa no será lo mismo una vez puesta en práctica, pero también, amplio será el tiempo para reflexionar quienes y qué perfil tenderán las personalidades que acompañaran al próximo gobernador electo en esta nueva experiencia de gobierno. Sin embargo, hasta que llegue ese momento la lógica apunta hacia la pregunta de ¿qué va a venir? y ¿qué podemos esperar los poblanos del nuevo gobierno?.
Lo cierto es que esta elección deja muchas anécdotas y también muchas lecciones, de las que faltarán tintas y papel para escribir, sin embargo, quedo claro que gobernador no pone gobernador, que las alianzas amplias y plurales funcionan, que lo que a los ojos de unos parece imposible es posible.
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