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BATALLAS POR EL PODER.

Nadie puede afirmar que el ejercicio del poder sea una empresa fácil, máxime cuando existen grupos adversos en el seno de éste para aprovechar de las coyunturas y negociar su subsistencia, esta es la lacónica realidad del Yunque, quien a lo largo de su historia ha burificado su poder en la formación de un partido de oposición, el cual pacto con los gobernantes en turno para conseguir prebendas políticas y sobre todo, negocios que les permitieron generar enormes fortunas; aprovechando de la disciplina para formar y crear liderazgos a quienes permitieron escalar en la política estatal y nacional, desechando a éstos cuando dejaron de servir a sus objetivos y remplazándolos por nuevos liderazgo más disciplinados que les permitieran continuidad a sus negociaciones.

De este modo, a partir del adoctrinamiento, aparecieron figuras como el oaxaqueño Francisco Fraile y la guanajuatense Ana Teresa Aranda, ambos dirigieron un partido en plena gestación bajo un discurso incendiario en contra del gobierno, pero que en el fondo era sólo parte de un pacto de complicidad el cual les permitió el acenso entre los diferentes puestos públicos y políticos hasta el día de hoy, ambos también, jugaron a ser oposición bajo un régimen autoritario que inhibió la verdadera democracia interna en la selección de candidatos, al tiempo de condicionar la incorporación de nuevos activos sumisos a sus parcos intereses, de ahí que la llegada de un nuevo mesías, distinto en ideología y visión política, les causara a ambos tanta incertidumbre y sobre todo tanta repulsión, toda vez que el poder que ejercieron entre la militancia se diseminaría en el tiempo mandado a estas y otras figuras del panismo estatal como Toño Sánchez y Jorge Ocejo al ostracismo político, esta fue la razón por la cual invirtieron tiempo y dinero para apuntalar a su renovación generacional en su némesis Eduardo Rivera, quien obtuvo un triunfo legítimo el pasado 4 de julio, para de este modo no ver sesgadas sus aspiraciones o más bien sus ambiciones y su continuidad en la política estatal, cuando debieran ya propiciar una verdadera renovación generacional y retirarse a sus casas para vivenciar con sus nietos sus viejas glorias partidistas.

Así, el sólo arribo de Eduardo Rivera al Palacio Municipal, le brinda a este grupo una bocanada de aire fresco para articular una estrategia que lo apuntale políticamente en la sucesión gubernamental de Moreno Valle, buscando que lo que llaman ellos “un verdadero liderazgo panista” contrarreste el poder del nuevo mandatario a partir de agrupar a los casi 100 presidentes municipales que gobernaran bajo las siglas de Acción Nacional en una estructura de asociación intermunicipalista de facto, la cual buscará gestionar mayores recursos y competencias de la mano del presidente de la capital. Con este juego, se abre una importante dinámica de negociación nunca antes vista y sobre todo una proyección para el alcalde electo por la capital, no sólo porque su conocimiento de los grupos al interior del PAN y su experiencia Legislativa le brindará una enorme ventaja frente a otros panistas, quienes verán en él un importante canal de interlocución. Sin embargo, es de mencionar que su gestión gubernamental será contrarrestada debido a la pluralidad del cuerpo edilicio que lo acompañara y quien ya analiza reformar el código reglamentario para dotarlos de mayores facultades de administración, gestión y control gubernamental.

El éxito o fracaso de esta empresa, dependerá de la capacidad de negociación y diálogo que exista entre los panistas, entre su directiva y sus liderazgos, entre quienes despachan en la clandestinidad y entre quienes se niegan a perder el poder. Interesante será pues, ver el comportamiento de los principales liderazgos panistas en esta transición y una vez iniciada la alternancia gubernamental.

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