En mi colaboración de la semana pasada “Cabildeo hacia la Transición” centraba mi última reflexión en la importancia que tendrá el Congreso del Estado para la negociación y desde luego la construcción de los balances institucionales necesarios en el proceso de transición en Puebla.
Bajo esta lógica ya han comenzado algunas voces a comentar sobre las reformas que deben impulsarse en la presente legislatura o que si las condiciones políticas no lo permiten en estos meses debido a cerrazones del grupo hegemónico del Congreso, bien se presentaran una vez instalada la nueva legislatura. La más trascendente como ya lo han comentado algunos legisladores como Andrés Macip, y legisladores electos como Enrique Doger y José Juan Espinosa “sería una reforma a la dinámica del funcionamiento actual del Congreso del Estado” y la desconcentración de las funciones que hoy se depositan en la figura de la Gran Comisión, creada bajo un esquema en donde la mayoría de un Partido político concentró las funciones del órgano de gobierno del poder legislativo en una persona, al grado de que la personalidad jurídica de éste órgano del Estado tal parece que en la práctica absorbió y supeditó la figura del Presidente de la Mesa Directiva, quien sólo actúa en la conducción del debate parlamentario. Por lo tanto, la nueva dinámica de un congreso más plural obliga a replantear la necesidad y vigencia de una Gran Comisión o dar pauta a un nuevo órgano de gobierno que permita la representación plural de las bancadas para maximizar lo que yo llamo “el aprovechamiento del foro de negociaciones políticas de manera más equitativa”. Con esta reforma, sin duda alguna, se daría una verdadera autonomía al Congreso del Estado, que traería consigo un mejoramiento constante en las instituciones gubernamentales con el propósito de dar vida y contenido claro a los acuerdos políticos que en su seno se construyan.
Si bien, los próximos diputados ya evalúan las posibilidades jurídicas para consolidar una coalición legislativa que les permita tener una mayoría simple en el Congreso y con ello tener mayores prebendas en la distribución de Presidencias de Comisiones, es claro que la capacidad política y experiencia de la bancada tricolor será el motor de las reformas y negociaciones que en el Congreso poblano se den desde el primer día de su instalación; por tanto, el impuso para la creación de una Junta de Coordinación Política como muestra de la composición plural que en este poder habrá, será el primer gran acuerdo hacia un mejor entendimiento democrático en Puebla, en donde esperemos los debates parlamentarios se centren más en argumentos y razonamientos lógico – jurídicos que en afrentas y ofensas entre grupos de poder.
El primer paso hacia la alternancia lo dieron los ciudadanos al expresarse el pasado 4 de julio, toca el turno ahora a los políticos de elevar el debate, analizar las posibilidades jurídicas para un mejor entendimiento y construir los acuerdos que le permitan a Puebla salir del atraso, tal vez un buen paso de voluntad política sería permitirle a la oposición la Presidencia de la Comisión Permanente antes de concluir la actual legislatura. Sin embargo, esperemos que esa expectativa no se quede en el discurso y el protagonismo de quienes buscarán sobresalir en este espacio de convergencia democrática a partir de enero próximo.
Bajo esta lógica ya han comenzado algunas voces a comentar sobre las reformas que deben impulsarse en la presente legislatura o que si las condiciones políticas no lo permiten en estos meses debido a cerrazones del grupo hegemónico del Congreso, bien se presentaran una vez instalada la nueva legislatura. La más trascendente como ya lo han comentado algunos legisladores como Andrés Macip, y legisladores electos como Enrique Doger y José Juan Espinosa “sería una reforma a la dinámica del funcionamiento actual del Congreso del Estado” y la desconcentración de las funciones que hoy se depositan en la figura de la Gran Comisión, creada bajo un esquema en donde la mayoría de un Partido político concentró las funciones del órgano de gobierno del poder legislativo en una persona, al grado de que la personalidad jurídica de éste órgano del Estado tal parece que en la práctica absorbió y supeditó la figura del Presidente de la Mesa Directiva, quien sólo actúa en la conducción del debate parlamentario. Por lo tanto, la nueva dinámica de un congreso más plural obliga a replantear la necesidad y vigencia de una Gran Comisión o dar pauta a un nuevo órgano de gobierno que permita la representación plural de las bancadas para maximizar lo que yo llamo “el aprovechamiento del foro de negociaciones políticas de manera más equitativa”. Con esta reforma, sin duda alguna, se daría una verdadera autonomía al Congreso del Estado, que traería consigo un mejoramiento constante en las instituciones gubernamentales con el propósito de dar vida y contenido claro a los acuerdos políticos que en su seno se construyan.
Si bien, los próximos diputados ya evalúan las posibilidades jurídicas para consolidar una coalición legislativa que les permita tener una mayoría simple en el Congreso y con ello tener mayores prebendas en la distribución de Presidencias de Comisiones, es claro que la capacidad política y experiencia de la bancada tricolor será el motor de las reformas y negociaciones que en el Congreso poblano se den desde el primer día de su instalación; por tanto, el impuso para la creación de una Junta de Coordinación Política como muestra de la composición plural que en este poder habrá, será el primer gran acuerdo hacia un mejor entendimiento democrático en Puebla, en donde esperemos los debates parlamentarios se centren más en argumentos y razonamientos lógico – jurídicos que en afrentas y ofensas entre grupos de poder.
El primer paso hacia la alternancia lo dieron los ciudadanos al expresarse el pasado 4 de julio, toca el turno ahora a los políticos de elevar el debate, analizar las posibilidades jurídicas para un mejor entendimiento y construir los acuerdos que le permitan a Puebla salir del atraso, tal vez un buen paso de voluntad política sería permitirle a la oposición la Presidencia de la Comisión Permanente antes de concluir la actual legislatura. Sin embargo, esperemos que esa expectativa no se quede en el discurso y el protagonismo de quienes buscarán sobresalir en este espacio de convergencia democrática a partir de enero próximo.
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