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Paréntesis en la Administración Municipal.


Un tema que siempre será recurrente en el análisis de cualquier gobierno es la capacidad de los gobernantes por cumplir con sus compromisos de campaña, su honestidad para comprobar el ejercicio del gasto público y que sus decisiones contribuyen al bien común o en su caso a la consolidación y dignificación de los espacios públicos. De este modo nadie puede negar que toda acción de gobierno supone una selección de problemas públicos y una elección de alternativas de solución a dichas problemáticas, bajo esta lógica el gobierno brinda servicios y realiza obras públicas que satisfagan en mayor medida los deseos y aspiraciones de su ciudadanía. A partir de este punto las acciones de gobierno tienen coherencia y contenido en su implementación y justifican en buena manera la rendición de cuentas.

Sin embargo, me parece obligado señalar que el gobierno municipal de Blanca Alcalá como bien lo señalará en días pasados Valentín Varillas en su columna “La Tempestad”, no fue capaz de poner en marcha verdaderos proyectos transformadores al grado que los poblanos hoy en día se sienten desilusionados, la inseguridad se incremento y las vialidades no tuvieron mejora alguna. Las acciones plausibles como la dignificación del centro histórico se quedaron cortas frente a otras necesidades imprescindibles.

Bajo los anteriores argumentos, dos de los proyectos insignias con los que culminará la administración municipal están repletos de claroscuros, sobre todo porque la lógica de su orientación o justificación - en concreto – el desarrollo de las obras de remodelación del Paseo Bravo y el Mercado Gastronómico, no cuentan con la aceptación ciudadana ni muchos menos con un sustento político, económico o social que a mi juicio pudiera entenderse razonable. Los poblanos somos testigos mudos de las deficiencias de estas obras y cuestionamos si sus elevados costos son justificados. Tan sólo la remodelación del Paso Bravo, obra por cierto inaugurada en el marco de los festejos del bicentenario, representó según información dada a conocer por el titular de obra pública municipal, un gasto al erario de 7.1 millones, aún y cuando no ha sido ésta concluida, pues basta pasar por el lugar para constatar que es necesaria una planta de luz para iluminar la zona, ver que el muladar y las montoneras de escombro han servido para alojar a las ratas y no me refiero a las de dos patas, sino a los animales cuadrúpedos que en sus ratos de ocio se corretean en los mostradores del exacuario cual espectáculo para aquellos contribuyentes que ya acuden a pagar su predial. Asimismo y continuando el recorrido turístico del corredor sobre la 11 norte podemos observar de cerca la magnífica gloria del trienio, el “Mercado Gastronómico”, dicho adefesio tiene un costo de 34 millones 459 mil 23 pesos ejecutados por la empresa Gruconst S.A de C.V. de la cual por cierto ha adquirido la suficiente cantidad de bloques de unicel para revestir los muros y saciar los ratos de ocio de los trabajadores para divertirse jugando con ellos.

Es claro que las obras en comento pasaran a la historia municipal como lo fueran el llamado túnel del tiempo o el Ángel Custodios de Luis Paredes, o el Puente 475 de la gestión de Enrique Doger, obras todos estas caracterizadas por sus elevados costos, mala planeación y su injustificada necesidad.

Sacia morbos: a 71% de poblanos encuestados les parecen malas las obras de remodelación al Paseo Bravo, y con servidor se abona un voto más para esta estadística.

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