Decía Octavio Paz que México mira más al pasado que al futuro. Historiadores, literatos, sociólogos y antropólogos lo reafirman. Y es que sin duda estamos cargados de dudas y viejas convicciones que nos inhiben avanzar hacia el futuro, sobre todo porque la cerrazón de algunos de nuestros políticos nos muestran que aún nos falta mucho para transitar al primer mundo; es lamentable ser testigos de la falta de visualización de proyectos con altura de mira, siempre como una constante; ser testigos mudos de la opacidad en el ejercicio de gobierno la cual se vuelve tradición y cultura del conformismo, a ello agreguemos que las instituciones han dejado de lados su vocación de servicio y se convierten en empresas cargadas de corrupción y clientelismo, al tiempo de que la novatez política apremia en nuestro congreso convirtiéndose en rémora de mentalidades ancladas en la veleidad del protagonismo.
A todo ello, los latinos solían decir post hoc ergo propter hoc, o sea: “lo que viene después es causado por lo que antecede”. Y es que sin duda se han cometido muchos errores, se han acumulado muchas fallas, y largo y sinuosos será el camino para el desarrollo político de Puebla. Venimos arrastrando décadas de mala política y pareciera que así continuaremos de no profesionalizar la praxis y continuar dándole cargos de decisión a sujetos que carecen de los más elementales valores como el respeto, la ética y la tolerancia, caso particular del legislador Héctor Alonso Granados; o de seguir teniendo políticos oportunistas que buscan cualquier pretexto para ocultar su ignorancia, como el diputado Rafael Von Raesfeld. Tan bajo es el perfil de nuestros hoy legisladores y tal alto su ego, que el Gobernador electo ha empezado a esbozar una estrategia que le permite tener mayor gobernabilidad y control de los legisladores para evitar cualquier duda o discrepancia en el avance de su agenda legislativa y la conducción del debate parlamentario con la creación de una Subsecretaría de Enlace Legislativo que despachara dentro del mismo Congreso, sobre todo si analizamos la personalidad, el perfil académico y político de nuestros legisladores, de cuya mayoría le es común el protagonismo como lo han dejado evidenciado. No debemos olvidar que la lógica de la coexistencia democrática supone que hay dos cosas en las que debe privilegiarse el acuerdo y el máximo consenso: las reglas esenciales sobre las que se funda la convivencia y los protagonistas encargados de vigilar su cumplimiento.
Sin embargo es una lástima que la educación, el respeto, la consideración, la humildad y muchas cosas más la escuela no las da, ni pueden ser compradas por aquellos políticos que sólo han evidenciado su inmadurez e insensatez, denostando por completo los esfuerzos que otros hacen por dignificar y darle un sentido a la política en Puebla, a una forma de entendimiento que legitime su vocación en el quehacer público.
A todo ello, los latinos solían decir post hoc ergo propter hoc, o sea: “lo que viene después es causado por lo que antecede”. Y es que sin duda se han cometido muchos errores, se han acumulado muchas fallas, y largo y sinuosos será el camino para el desarrollo político de Puebla. Venimos arrastrando décadas de mala política y pareciera que así continuaremos de no profesionalizar la praxis y continuar dándole cargos de decisión a sujetos que carecen de los más elementales valores como el respeto, la ética y la tolerancia, caso particular del legislador Héctor Alonso Granados; o de seguir teniendo políticos oportunistas que buscan cualquier pretexto para ocultar su ignorancia, como el diputado Rafael Von Raesfeld. Tan bajo es el perfil de nuestros hoy legisladores y tal alto su ego, que el Gobernador electo ha empezado a esbozar una estrategia que le permite tener mayor gobernabilidad y control de los legisladores para evitar cualquier duda o discrepancia en el avance de su agenda legislativa y la conducción del debate parlamentario con la creación de una Subsecretaría de Enlace Legislativo que despachara dentro del mismo Congreso, sobre todo si analizamos la personalidad, el perfil académico y político de nuestros legisladores, de cuya mayoría le es común el protagonismo como lo han dejado evidenciado. No debemos olvidar que la lógica de la coexistencia democrática supone que hay dos cosas en las que debe privilegiarse el acuerdo y el máximo consenso: las reglas esenciales sobre las que se funda la convivencia y los protagonistas encargados de vigilar su cumplimiento.
Sin embargo es una lástima que la educación, el respeto, la consideración, la humildad y muchas cosas más la escuela no las da, ni pueden ser compradas por aquellos políticos que sólo han evidenciado su inmadurez e insensatez, denostando por completo los esfuerzos que otros hacen por dignificar y darle un sentido a la política en Puebla, a una forma de entendimiento que legitime su vocación en el quehacer público.
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