‘A él la política le despertaba sentimientos contrarios. Por una parte, lo hacía vivir con una intensidad desconocida (…) pero lo irritaba la sensación de pérdida de tiempo. (…) Había oído y leído que la política, como todo lo que se vincula al poder, saca a veces a la luz lo mejor del ser humano –el idealismo, el heroísmo, el sacrificio, la generosidad-. Pero, también, lo peor, la crueldad, la envidia, el resentimiento, la soberbia’.
–‘El sueño del celta’, Alfaguara, 2010-, el nobel Mario Vargas Llosa
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