Señalaba en mi columna de la semana pasada que la falta de claridad en las palabras nos ha llevado a redefinir y reorientar acciones cada nuevo gobierno, esta circunstancia como pudimos constatar en los medios de comunicación en los últimos días nos lleva a una segunda reflexión: “Vivimos en una país de frases y lugares comunes, antes que ideas”; un país en donde el desarrollo económico se ha desplazado del norte hacia el centro de la república debido a la incertidumbre social que genera el clima de inseguridad, en donde hasta hoy en Puebla podemos sentirnos tranquilos si consideramos que es uno de los seis estados con mayor dinámica de crecimiento según datos dados a conocer la semana pasada por INEGI, a pesar de no ser aún capaces de detonar a la pequeña y a la mediana empresa. Así mismo llama la atención que México es un país en donde 23 millones de mexicanos no tiene el suficiente dinero para alimentarse, ocupando la entidad Poblana el espacio de una de las cinco entidades con un porcentaje alto de población vulnerable quienes viven con un ingreso inferior a la media de bienestar tazada por Banco de México. Y ante esta cruda realidad, la falta de claridad sigue siendo la constate.
Un país en donde la capacidad de los trabajadores asalariados no es suficiente para salir adelante en las zonas urbanas como resultado de los efectos de la inflación y el aumento del empleo informal, demuestra que la debilidad institucional, la corrupción, el corporativismo, la falta de transparencia y rumbo definido y acordado por los diversos centros de poder, son algunas de las razones de porque estamos como estamos. De por qué el denominador común de las familias mexicanas es vivir a expensas de un ingreso modesto ante las precarias condiciones del mercado laboral, particularmente porque las oportunidades de empleo son marginales para los jóvenes – a pesar de segmentar a este sector por el mayor grado de instrucción académica – en donde desafortunadamente el 40% de jóvenes que laboran no gozan de prestaciones, careciendo así de expectativas y emolumentos futuros como lo son las jubilaciones, servicios de salud, vivienda y escalafón, tendencia que va a la alza.
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