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BATALLA POR EL EGOCENTRISMO.



Conocí a Javier Lozano en el año 2000, competía en aquella época a la diputación federal por las siglas PRI; en una reunión con líderes estudiantiles exploto, su personalidad  voluble dejo mucho que desear, quizás por eso entre otros factores no obtuvo las preferencias electorales en aquella contienda que escapa de la memoria pública. De personalidad seria y analítica, impaciente y desconfiado, difícil que acepte la crítica, máxime cuando esta no le da la razón. Fungió como titular de la oficina del Gobierno del Estado en el Distrito Federal en la Administración de Melquiades Morales, un exilio político obligado luego de una larga trayectoria en el gobierno federal.  Reapareció en la escena pública cinco años más tarde, ahora abanderando una nueva causa al lado de su entrañable amigo Felipe Calderón Hinojosa, Presidente de la República – su principal carta de recomendación. Con él, ocupo la cartera de Secretario del Trabajo, despacho en donde tuvo que confrontar momentos álgidos de la administración: el caso del Chino Zhenli Ye Gon; las confrontaciones con dos sindicatos, los mineros encabezados por el célebre Napoleón Gómez Urritua y los agremiados a Luz y Fuerza del Centro, encabezados por Martín Esparza; la quiebra de Mexicana de Aviación; el incendio de la guardería ABC; son estos sólo algunos momentos mediáticos que persiguen su sombra.

Por lo que respecta a Blanca Alcala Ruíz, fue en el estudio de la 10:10 antes de ingresar a entrevista en zonacero cuando la vi por primera vez, me pareció a primera vista una mujer presuntuosa y sumamente impaciente. Enrique Núñez escribiría días después: "No es caballo sino yegua" en referencia a ella como candidata del PRI a la Presidencia Municipal.  Con pocas cualidades políticas supo aprovechar la expectativa que generará Ana Teresa Aranda como precandidata a la alcaldía, lo cual potencializo el PRI como discurso de cambio para llevar a la primera mujer a gobernar la capital poblana, sin embargo, su administración paso sin pena ni gloria, de guinda a gris como las tonalidades que matizaron el logotipo del trienio que encabezó; de ambiguas propuestas pero con relaciones interesantes como la que afianzó con el próximo coordinador senatorial Emilio Gamboa, hoy su nuevo mentor.

Manuel Bartlett, Don Manuel como lo conoce la otrora guardia priista, es un político de la vieja escuela dirían algunos;  pragmático, infalible, astuto, aparentemente nacionalista, hecho a la medida del todo poderoso sistema creado por Fernando Gutiérrez Barrios  - al menos es lo que he leído sobre su persona. Aquel que llegara a la gobernatura luego de la hasta hoy controvertida elección de 1988; le aplica bien el dicho popular que "mas sabe el diablo por  viejo que por  diablo". A él debemos el desarrollo de Angelópolis y porque no, el enriquecimiento inexplicable de varios funcionarios durante su administración y las subsecuentes con el fideicomiso de la Reserva Territorial Atlixcayotl antes denominada “Solidaridad”, el cual hasta hoy tiene una investigación aún sin concluir por el órgano interno de control de la SEDESOL por el cambio intempestivo de uso de suelo que se registro en los últimos años de la gestión del gobernador Marín – su fracaso político. El hoy candidato de la izquierda al senado fue también mentor de la candidata Blanca Alcala, vaya paralelismo.

Todos ellos candidatos a ocupar una curul en la tribuna de la dogmática representación federalista tienen tres cualidades en común: sus orígenes priistas, el ahínco por exhalar su alter ego y el hecho de que gane quien gane, el primero de julio los tres serán senadores de la república. Esta es una auténtica batalla por el egocentrismo senatorial.

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