#yosoy132 ha dejado de ser un mero discurso, para convertirse en un movimiento, en una bandera de esperanza, en un grito de "ya basta" que ha unido a jóvenes con diversas maneras de pensar; 132 es un movimiento que pese a la crítica de muchos columnistas - ninguno de ellos joven, por cierto -, quienes han llamado al movimiento palabras más palabras menos "la primavera tropicalizada", han podido comprender y dimensionar sus verdaderos alcances.
Entender al movimiento es comprender el momento histórico que vivimos, es ver el despertar de la juventud mexicana producto del hartazgo generalizado hacia una clase política que ha sido incapaz de dimensionar nuestros problemas y darles cauce, que ha sido rebasada por las redes sociales y no acaba de encontrar la cuadratura del cambio generacional- postura que comparto con el movimiento. Sin embargo, pocos han comprendido su importancia social por el grueso de población que se ubica en este rango de edad y que podría ser determinante en los resultados electorales del próximo 4 de julio.
Este fenómeno social, señalan algunos analistas, dada su novedad en tiempos electorales, carece de sentido y orientación al no haber un referente que los una y los aglutine en torno de un proyecto de nación. Estas entre otras son las interpretaciones que se dan en torno a un fenómeno que sin lugar a dudas ha tenido un impacto devastador entre la clase gobernante y más en los medios de comunicación, no sólo por contener en su discurso el rechazo a la discrecionalidad en el manejo de la información en medios, sino su repulsa al regreso del PRI al poder.
Quienes nos sumamos a este movimiento vemos en él la esperanza de miles de jóvenes por tener un país en donde la veracidad sea el referente, en donde el corporativismo no tenga cabida, en donde la educación y el empleo sea una constaten para todos los mexicanos, y en donde la violencia y la corrupción vistas como prácticas aceptadas institucionalmente no tenga cabida.
Pero para comprender el movimiento partamos de algunas reflexiones y dilucidemos la mente de los viejos comentaristas:
Posterior a 1968, las generaciones de jóvenes pasaron de la crítica al silencio; luego en 1988 con la derrota de Cuauhtémoc Cárdenas la juventud pasó a la discusión desde la academia, las corrientes de izquierda en buena medida les permitieron formarse y alcanzar espacios privilegiados de acción que hasta hoy permean; sin embargo, luego de aquellos dos momentos históricos, el letargo de la juventud fue la principal razón por la cual no se formaron nuevos cuadros en los partidos políticos y los referentes se agotaron hasta la llegada de la era tecnológica y las redes sociales.
En el año 2000 el discurso de alternancia parecía abrir nuevamente esa brecha generacional entre una clase política anquilosada y la esperanza de un país que viera en la juventud una manera de dinamizar su desarrollo a partir de hacer suyo el discurso del "Hoy" y el monosílabo "YA". La idea esperanzadora de seguir a un líder carismático, valiente, astuto y visionario que se convirtiera en el nuevo referente de la juventud fracaso, la impericia e ingenuidad de Vicente Fox tiro por la borda nuevamente ese viejo anhelo llamado democracia.
Tristemente el conformismo del presidente fue también el conformismo social, el mismo que fuera capaz de sacar al PRI de los Pinos no fue capaz de impulsar una transformación de fondo en las maneras de ejercer el poder. El artífice de esa estrategia de mercadotecnia Alan Stoga, dio a la juventud la esperanza de un cambio como ventana al futuro versus continuidad. Lo cierto es que durante estos años no hubo claridad en el rumbo y la falta de coherencia en el mando origino los fracasos institucionales que hoy padecemos.
No obstante ello, la vida pública en México se volvió más abierta, más plural y más intensa, pero también se volvió de mayores confrontaciones y polarización, de enconos y frustraciones, de crítica y especulación permanente. Del estancamiento crítico se pasó a una sociedad más demandante, las redes sociales abrieron brechas infranqueables de acceso a la información y opinión crítica, permitiendo que los jóvenes interactuaran y se expresaran, convirtiéndose en actores de su propio destino; la paciencia dejo de ser paciencia y se convirtió en Acción, la apatía se convirtió en movilización.
Aquellos ciudadanos pacientes y conformes con sus autoridades en las postrimerías del siglo XXI, que quizás por miedo a la represión o por mecanismos de control establecidos desde el seno de las universidades públicas fueron inhibidos generacionalmente, quedaron enterradas en el baúl de los sueños de la eternidad.
El momento, el aquí y el ahora, es sinónimo de transformación del sistema político mexicano, un sistema que necesita inyectar vitalidad y reconoce en el cambio generacional el cambio verdadero en las maneras y formas de ejercer el poder. Este es quizás el fondo del porque #yosoy132.
Bienvenidas sean las voces de los jóvenes que pensamos y queremos a México, pues nuestro voto hará la diferencia si somos conscientes de nuestro potencial. El momento histórico es único y es el tiempo Ya de demostrar lo que esta generación es capaz de hacer por su país.
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