La purga al sistema político no
llegó, o quizás sí con la participación del 62% de la sociedad apta para
ejercer su voto, lo que representa un singular avance en nuestra costosa
democracia.
De manera implícita, las
elecciones el pasado día domingo fueron un referéndum sobre el Presidente que
sale del cargo. Aunque no aparezca en la boleta, los votantes calificaron su
actuación al enviar al PAN al tercer lugar de las preferencias electorales
luego de 12 años en el gobierno, en donde tal vez la falta de pericia y el
anquilosamiento de estructuras dentro del aparato de gobierno inhibieron a esta
clase política para reinventar a las estructuras de poder y más aún para
generar una cercanía y confianza con la sociedad mexicana. El resultado a la
vista es el rechazo a una forma de gobernar y el conformismo al prolegómeno de “más
vale viejo por conocido que nuevo por conocer”.
El fin de semana una sociedad inconforme se
expresó y dio mayoritariamente su aval para el regreso del “Ogro Filantrópico” –
alegoría literaria que diera Octavio Paz al sistema político priista; doce años
de paciente espera marcan el futuro de un país y la apertura a una clase
política que renovada en apariencia
conoce los hilos del poder mejor que ninguno y tiene hoy en sus manos la reinvención del
Estado mexicano luego del letargo legislativo que no ha permitido la consolidación
de reformas fundamentales para el país; hay que decirlo como es, “los políticos
predican mucho y práctica poco”, esta es la realidad de un país con poca
información o quizás con la información suficiente para tomar decisiones
dirigidas, un país que se queja pero a la vez asiente y es parte del deterioro
político de una clase gobernante en putrefacción.
Ahora bien, la tendencia electoral da un triunfo aparentemente
holgado al puntero de la contienda Enrique Peña Nieto, quien tendrá que tener desde
este momento el talento para definir el rumbo de una agenda que pareciera rebasarlo,
las expectativas de generación de empleo y el cese a la cruzada contra el narcotráfico serán temas
prioritarios en la agenda de gobierno, como también lo será el impulso de una
agenda juvenil que dimensione realmente la diversidad de problemas de un sector
que mayoritariamente lo descalifica.
El escenario de la transición se antoja por
tanto complicado y convulsivo, sobre todo porque un sector de la sociedad tiene
dudas aún sobre la elección, algunos grupos – los menos – han tomado acciones
desesperadas y absurdas violentando el orden público, y a diferencia de la
transición pactada que permitiera a Felipe Calderón rendir protesta como
Presidente de la República, en esta ocasión existen movimientos sociales sin
precedente exigiendo mayor transparencia a las instituciones encargadas de
velar por la democracia y generando inestabilidad social por las dudas que el
resultado arroja, por tanto las acciones que se tomen desde el inicio del
mandato del nuevo Presidente deberán ser sumamente reflexionadas para garantizar
la paz y la tranquilidad del Estado Mexicano. Ya luego veremos la capacidad de
este grupo para detonar reformas legislativas, que de origen ellos mismos rechazaron.
Visto así el escenario, el largo y sinuoso camino hacia el primero de diciembre
dará mucho de qué hablar a propios y extraños, y eso que aún no despertamos todos
los mexicanos.
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