La suerte está echada y con ella el rumbo que habrá de
seguir el Partido Acción Nacional en los próximos años: convertirse en el fiel
de la balanza siendo una oposición complaciente del Gobierno priista o regresar
al papel que lo caracterizó en el sistema político mexicano de los años 60 y 70
siendo una oposición critica y responsable. Algunos pretenden urgidamente
orillar la salida de Gustavo Madero para
luego tomar por asalto la Dirigencia Nacional, otros los más analíticos ven que la solución en este momento no es
aventurar la salida del Dirigente Nacional con el propósito de reconstruir las
entrañas de un partido que se desgajo en luchas fratricidas.
Lo cierto es que Acción Nacional en doce años se dejo cegar
por la soberbia, sus principales liderazgos comenzando por el habitante de Los
Pinos , fueron rebasados por las circunstancias alejándose de sus principales activos:
su lucha constante por la democracia y el ideal de un cambio orgánico a partir
del Humanismo Político como doctrina de gobierno. Por el contrario, el alejamiento de sus cúpulas
frente a su militancia abrió diversos frentes y corrientes en su interior originando
fracturas irreconciliables que impiden siquiera pensar en su pronto regreso a
la Presidencia de la República.
Así las cosas, el escenario parece complicarse, el PAN al
desplazarse su posición política al tercer lugar de representación en el
Congreso de la Unión refleja que las
cosas no marchan bien en su interior, dado que para avanzar hay que rodearse no
de los compadrazgos de antaño sino de gente critica y capaz, cosa que no sucedió.
Ahora bien, el miedo a los nuevos liderazgos y a los liderazgos emergentes será
un reto a vencer, sin embargo, todos coinciden en que es mejor ganar con los
ciudadanos que ganar a pasar de ellos, por lo cual ideológicamente deberá este
partido orientar su discurso y sus acciones hacia el centro, reconociendo que
fallaron como gobierno al no generar un cambio en los modos y maneras de
ejercer el poder.
En este sentido, el debate no debería centrarse en cómo gobernó el PAN y cómo promovió
el crecimiento económico, sino en cómo llegó Acción Nacional al poder y por qué
no fue capaz de mantener su continuidad en el.
De este modo si los panistas pretende realmente tomar decisiones de
poder y no solamente emitir opiniones vagas e intrascendentes, deben elevar el
nivel político de sus actores, deben
caminar por la senda de la formación de nuevos cuadros y por ende la apertura
de espacios para una nueva élite capaz de tomar el poder; en definitiva deben
los panistas alejarse del fanatismo, la mediocridad y el popularismo humanista
al que algunos enanos políticos ya hacen referencia. El PRI lo entendió a la perfección y ha dado
muestra de que la receta funciona, por tanto tiempo de reflexión sin acciones
concretas puede llevar al fracaso de la empresa, por ello es tiempo de que el
PAN, de una sacudida de consciencia y reconozca sus graves errores al interior dando
mayor apertura a su militancia y estructuras municipales, dado que en ellas ha
radicado la escancia de sus triunfos electorales.
Pensar irónicamente que un viraje hacia el populismo tropicalizado
hacia una combinación surrealista del humanismo que tanto profesan algunos no
es una opción real. He aquí sólo algunas ideas, las decisiones les corresponden
a sus cúpulas. Ojala y estén a la altura de las circunstancias.
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