Eduardo Chillada refiere que “un hombre tiene que tener siempre
el nivel de la dignidad por encima del nivel del miedo” y refiero lo anterior dado que a mi
juicio la terquedad de algunos políticos parece ser su mejor carta de
presentación y no cabe duda que esa obstinación por mantenerse y perpetuarse en
un cargo es un defecto que la ciudadanía aborrece, de ahí el descredito que la
clase política goza hoy en día, veamos tan sólo la última encuesta levantada
por Gabinete de Comunicación Estratégica en la donde la tercera parte de los
encuestados desconfía cabalmente de los legisladores.
Para muestra sólo observemos el
actuar de algunos actores quienes luego de haber ocupado varios cargos públicos
parecen insaciables en continuar lucrando de la política; esta clase de
patéticos sujetos parecen no comprender que la política debe dignificarse, ser
cíclica y dar lugar a nuevos rostros y a nuevos grupos para trasformar las
maneras y prácticas del ejercicio del poder, una necesidad inherente a
cualquier sociedad que se precie de ser democrática.
Lo lamentable es que existen
algunos grupos - varios cuya lista parecería interminable - como el que conduce
actualmente el Comité Directivo Estatal del PAN en Puebla, quienes fieles a su
tradición ortodoxa luego de los penosos resultados que obtuvieron en el pasado
proceso electoral dieron muestra de su impericia para hacer de éste un partido
competitivo, ganador y cercano a la gente, y por el contrario se han enfrascado en la
trivialidad de enfrentar a los grupos que
no piensan igual que ellos, cuestionando a los liderazgos emergentes al
interior de su partido y creyendo irónicamente que son ellos los únicos
herederos de un linaje político que merece perpetuarse y seguir manejando a
discreción la dirección del PAN en el estado bajo el argumento de mantener
unido a un partido que de por sí esta fracturado por su obstinación de cerrar
espacios y abrir éste a nuevos cuadros de cara al proceso electoral de 2013.
De este modo y si estatutariamente Juan Carlos Mondragon fue
electo por el Consejo Estatal el 10 de octubre de 2009, por lo que concluirá un
ciclo de 3 años como lo marcan sus estatutos, la lógica obligaría a pensar
que luego de sus magros resultados como jefe estatal éste debería tener la
humildad política para retirarse al concluir su encargo, sin embargo, ante la
inminente debacle del grupo que lo coloco en esa silla luego de la estrepitosa
derrota de Josefina Vázquez Mota, tanto él como el alcalde capitalino -pieza
importante del grupo- saben que la única posibilidad de continuar con las canonjías
es mantener la línea dura que los ha caracterizado.
Lo asombroso es que su miedo a
la evolución y al reconocimiento de que el tiempo y las circunstancias los han
rebasado puede ser el mayor lastre para Acción Nacional, ya que éste luego del
proceso electoral del primero de julio necesita de credibilidad frente a los
ciudadanos y para ello urge de cambios profundos en su interior, partiendo por
impulsar la renovación de su dirigencia e iniciar el camino que garantice
procesos internos democráticos para salir del bache en que se encuentra sumido
por la mediocridad de unos cuantos. Si bien el miedo es connatural en las
personas prudentes, el vencerlo es un acto de dignidad, dignidad que hoy merece Acción Nacional
para volver a ser un partido ganador en Puebla.
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