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Sainete Presidencial.


Pocos políticos han tenido la determinación para expresar lo que muchos quisieran decir al Presidente Calderón, sobre todo por la contundencia de sus palabras.  La carta publicada intencionalmente o no por Javier Corral es sinónimo de hartazgo, un hartazgo generalizado frente a una forma de ejercer el poder autoritaria, decepcionante para aquellos que fueran sus compañeros en las primeras luchas, para aquellos que abanderaron sus cusas cuando el proyecto por la presidencia de la república era sólo un suspiro; proyecto que muchos hicieron suyo, respaldando a Felipe Calderón a la máxima magistratura. 

Pero bien dicen que el poder corrompe y corroe absolutamente todo – así las cosas – muchos de los que  conocieron a Felipe Calderón hablan hoy a unos días de que éste deje la Presidencia de su desilusión en la conducción del país y más aún de su responsabilidad en la derrota electoral que sufriera el Partido que lo llevó al poder en 2006. “Aquel grandilocuente orador dio paso al pusilánime que se acobardó frente a los grupos de poder” - dicen algunas voces en la clandestinidad, pero nadie ha sido tan enfático como Javier Corral:

  “Los resultados de tus políticas están a la vista. El duopolio televisivo es hoy más poderoso que hace seis años y Peña Nieto es el Presidente electo”…  

“El partido ha estado perdiendo elecciones y uno de los factores fue la presencia de Peña Nieto apoyando al PRI… Innegable es tu forma de tratar a los panistas, perdiste todo sentido de civilidad política. La falta de respeto a varios compañeros y a tus propios colaboradores, una rudeza innecesaria a quienes disienten de tus opiniones. ¿Y qué has logrado?: renuncias de Secretarios de Estado, expulsiones del partido, miembros que hicieron campaña no contra el PAN sino en despecho de ti. Las peores críticas a tu carácter, por cierto, la he oído en voz baja, en murmullos, de gente muy cercana a ti. Esa es la verdad inocultable…

Esa es la verdad inocultable del poder, una realidad que muchos hoy cuestionan y a la que Corral interioriza en cuestiones espinosas de la vida política de un partido político sumergido en una crisis de credibilidad. Pero la discusión no acaba ahí y va más allá, va a la crítica no sólo de la manera de ejercer el poder sino a la personalidad de quien hoy ostenta el cargo de Presidente de la República y le rebate su responsabilidad en las derrotas del PAN, máxime concluye que en el fondo  el principal problema del Presidente es el cambio intempestivo en su carácter y respeto a los suyos, un carácter voluble que ni sus incondicionales parecen aún entender y que para los analistas es hoy tema de análisis por lo cuestionable que será su actuación en la toma de decisiones, particularmente por lo que concierne a la seguridad pública, la principal rémora de su sexenio.

Lo cierto es que al final el vacío de poder se siente y la interrogante de saber quiénes son en el fondo nuestros gobernantes será siempre una cuestión para debatir.

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