Es común escuchar de voz de
actores políticos la expresión líder al referirse o calificar a al personaje
político en turno al cuál desean idolatrar o subir en bonos ciudadanos al
acercarse un nuevo proceso electoral o sólo para aprovechar alguna coyuntura
política en el momento.
Con esta expresión Ana María
Jiménez a través de su cuenta twitter agradece a “@jcmondragon #Graciaslider”, previo
a su salida como Presidente del Comité Directivo Estatal del PAN en Puebla.
Otro personaje es el Senador Javier Lozano quien en días pasados ante medios de
comunicación señalará que “reconocía la capacidad y liderazgo de Rafael Micalco
para dirigir el PAN de Puebla”. Finalmente, el Alcalde Eduardo Rivera quien
obviamente no podía faltar en este renglón, luego del desayuno que su grupo
político organizara para presentar al llamado ungido de la derecha poblana
Franco Rodríguez, se refirió a él como un “líder social, dispuesto a participar
por las mejores causas por Puebla”.
Sin embargo, como es de notarse,
ninguno de los tres personajes antes mencionados refiere que cualidades o
cuáles son las razones que les hacen suponer que todos ellos son “líderes”.
Dick Morris, consultor político
estadounidense, señala que “el liderazgo es una tensión dinámica entre a dónde
piensa un político que debe ir y hacía dónde quieren ir sus votantes”. La
contradicción en la definición tradicional de liderazgo se presenta cuando una
persona lleva la batuta y guía a los demás, a los que supuestamente tiene la
responsabilidad de representar. Si un líder no tiene credibilidad, no podrá
movilizar a las masas, no podrá crear consensos y su trabajo siempre será
cuestionado. Para el líder social y/o político – continua Morris – su
credibilidad depende de qué tan capaz sea de promover ideas o proyectos y de
convencer y negociar para crear consensos.
Me parece que los tres personajes
a quienes hoy idolatran de líderes carecen de todos los anteriores elementos
dados por Morris, dado que ninguno de ellos ha demostrado tener ni tacto
político ni mucho menos sentido de orientación para generar consensos y
acuerdos en las distintas responsabilidades que han asumido, más aún ninguno de
ellos en concreto tiene credibilidad. Y
es de notar que, estos personajes son hoy en día los nuevos liderazgos creados
de una ficción artificial que tarde o temprano se desmoronará.
Quizás por ello Jorge Zepeda
refiriera este fin de semana en su artículo de opinión para el periódico El
Universal que, “el PAN ha pasado de la gloria al infierno” dada la falta de
claridad y talento de sus llamados liderazgos emergentes tras su derrota
electoral. Lo que es sin lugar a dudas, surrealismo puro, dada la ausencia de
cuadros políticos al interior del PAN.
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