Le llamaron relevo generacional, legado del único y
autentico panista Felipe Calderón, lo único cierto es que solo es el linaje de
una clase política que fracaso en el ejercicio de gobierno. Aquellos quienes durante seis años moldearon y
modelaron una forma disímil del humanismo político como proyecto de gobierno
para luego refugiarse en el fuero senatorial debaten hoy el futuro de un partido que fuera
oposición por largos años y que arribó al gobierno con la misma efervescencia
con la que se esfumo en el difícil ejercicio del poder, en la inverosímil construcción de acuerdos temporales con las
élites de los poderes fácticos y en el imaginario de los sueños sin cumplir.
Hoy, los mismos que presumieron hacer política, desafían a la
dirigencia nacional de su partido alegando, bajo maneras poco diplomáticas, ser
los renovadores y verdaderos opositores del gobierno en turno. Vaya manera de defender los desaciertos tras su
aciago paso por el Ejecutivo, para de este modo hacerse del control – cuando
menos – parlamentario de las decisiones no sólo de su partido sino de la
defensa de lo indefendible, el fracasado proyecto calderonista.
La disputa se da en un escenario adverso, en un momento poco
oportuno para agrietar la ya de por sí fracturada militancia panista luego del
hecatombe sufrido en la pasada elección federal, que se agravo con la baja de cientos de militantes en todo el país. Catorce estados se disputan el
control de sus congresos locales y alcaldías, así como el primer bastión de Acción
Nacional se juega la gubernatura.
La credibilidad y competitividad del PAN, como el partido que
se preció de ser democrático se ha menguado, sus conflictos son irreconciliables.
Ha trascendido por algunos cercanos al
ex presidente Felipe Calderón que escucharon algún día decir a éste que estaba
rodeado de incompetentes, corruptos y traidores y, aún así se dice estadista de
un Estado fallido, nada más lacónico que la realidad de vivir en un país
sojuzgado por la violencia.
La claridad de Jorge Fernández Menéndez nos ilustra para
entender el conflicto: “El verdadero
origen de la crisis interna que está viviendo el PAN no es el Pacto por México,
tampoco el apoyo o no a ciertas medidas de parte de ese partido. El verdadero
problema es mucho más añejo y se relaciona directamente con la forma de
entender y ejercer el poder dentro del partido y en la relación con las demás
fuerzas políticas. Incluso más allá: se trata de definir qué tipo de partido es
y debe ser Acción Nacional.”
Y como todo tema político, lo sucedido en Acción Nacional
tiene un trasfondo, quizás un trasfondo de mucho fondo, la reforma financiera y
energética, en donde los calderonistas entretejieron una extensa red de favores
y favorecidos, que de proceder estás ser verán lastimados en sus intereses,
muchos de ellos enclavados en las entrañas de la paraestatal PEMEX.
Así, el juego de poderes al interior de Acción Nacional se
entrelaza en un contexto político que urge de nuevos paradigmas y la necesidad
de transitar hacia nuevos estadios de legitimidad.
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