La
sociedad evoluciona, los paradigmas han cambiado forjando nuevas realidades e
identidades en los seres humanos; la reflexión del orden establecido vuelve a
ser una constante de un nuevo renacimiento y, el déficit del modelo democrático forjado por el
capitalismo en el mundo occidental es cada día mas cuestionado.
Hoy
lo que la sociedad demanda son respuestas acertadas ante cuestionamientos
diversos; en suma, la insatisfacción
ante pocas expectativas de futuro fundadas en una deficiente gobernanza
ante la persistencia de prácticas autoritarias y excluyentes. Más de dos
terceras partes de los ciudadanos del mundo no creen ser gobernado
democráticamente.
Quizás,
la ruta de la primavera árabe sea el punto de quiebre del cuestionamiento del
actual modelo de dominación política basado en sustratos básicos de respeto a
la libertad. “Occupy Wall Street” ha
sido otro llamado, que abona a la movilización social, para abrir a nivel
global el debate sobre la desigualdad social. A partir de estas iniciativas,
mismas que se han hecho virales a través de la maximización de las tecnologías de
comunicación, se ha desafiado los antiguos estándares de gobernabilidad,
produciendo un profundo cambio de expectativas y criterios. Está revolución de
las expectativas crecientes y la inestabilidad política, genera la brecha entre
lo que la gente espera y lo que los gobiernos pueden darles.
La
“revolución de las sombrillas” en Hong Kong es otro claro y reciente ejemplo de
la movilización social para exigir una auténtica democracia. Y quizás también,
aunque en dimensiones muy diferentes, el llamado de los estudiantes del
Politécnico Nacional en la Ciudad de México para exigir el respeto a la
autonomía y autodeterminación universitarios como balance de libertad en la
educación superior, obligando al gobierno mexicano a cambiar las formas
tradicionales de gobernanza.
En
suma, este continuo devenir de activismo social tiende a transformar la
hegemonía cultural cambiando así los valores de la sociedad y el comportamiento
de los gobernantes frente a los ciudadanos, como resultado de una latente
crisis de legitimidad. El caso mexicano
nos ilustra que el 66% de sus ciudadanos piensan que las leyes no sirven para
nada y 42% señala que la democracia,
aquel arcaico concepto diseñado por los griegos, no satisface sus expectativas.
Por
tanto, ante estos planteamientos bien vale la pena cuestionarnos nuevamente el
significado de los conceptos democracia y legitimidad, para deconstruir sus
teorías y con ello rediseñar las reglas del dominio de unos sobre los otros, bajo
ecuación que redefina la interacción social de una manera más justa y ecuánime.
Ahí radica la batalla fundamental de nuestro siglo, es ahí, en donde se
encuentra el sustrato intelectual para comprender el fin del poder como hasta
hoy se conoce, para luego decidir, actuar, transformar y modelar
lo que ocurre en nuestras culturas, continuando una nueva etapa de evolución en
el orden social guiada por el respeto absoluto de la libertad.
Perfil:
Gabriel Torreblanca Flores. Es Maestro en Fiscalización y Rendición de Cuentas,
Licenciado en Derecho con especialidad en Cabildeo y Producción Jurídica. Libre
pensador poblano radicado en Salamanca, España. Apasionado de la buena charla e
intelectual incipiente. “@GTorreblank
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