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La debilidad institucional y la corrupción como fallas del sistema judicial mexicano.

La desconfianza en las instituciones judiciales, empíricamente, arroja que una creciente desconfianza es resultado de la perdida de expectativas ciudadanas como resultado de diversos factores que influyen en su apreciación hacia el trabajo de los jueces y el cómo estos imparten justicia de manera ordinaria. Ello no es óbice de la primera apreciación de qué se entiende por justicia y cuáles son los valores que orientan a ésta.

Si bien diversos son los eslabones para conocer las fallas de cualquier sistema judicial, existe una creciente tendencia por demostrar que la alta calidad de la justicia es compatible con un desarrollo socioeconómico sostenible que requiere de transparencia en el ejercicio de la función jurisdiccional, lo cual solo es posible al erradicar los abusos de discrecionalidad sistémica como política clave para mejorar la efectividad del aparato judicial. Por lo cual conocer, quizás desde una perspectiva general la percepción que se tiene de las instituciones y su relación con la corrupción nos arroje una primigenia aproximación para entender las fallas sistémicas de la justicia mexicana.

Diversos han sido los enfoques para responder a esta interrogante, desde el cultural, sociodemográfico e institucional que, utilizan variables como educación y pobreza, acceso a servicios y desigualdad, para visualizar a la actividad judicial como un servicio que crea condiciones asimétricas.

Sin embargo, los análisis más recientes posicionan a México por debajo de los estándares internacionales de seguridad y justicia. De acuerdo a el Índice de Paz Global 2014, del Instituto para la Economía y la Paz, el Índice de Estado de Derecho 2014, realizado por el World Justice Project, así como la Encuesta del Proyecto de Opinión Pública de América Latina.

Así, para el Índice de Paz Global 2014, elaborado por el Instituto para la Economía y la Paz, que entiende el concepto de paz como ausencia de violencia o temor a la misma, coloca a México en la posición 138 de un total de 162 países analizados, cinco posiciones más abajo que en 2013. De los 22 indicadores utilizados para construir el Índice de Paz, los peor evaluados para México son las tasas de homicidios y de crímenes violentos, las muertes por conflictos internos, así como la criminalidad percibida en la sociedad, el acceso a armas de fuego y el terror político.

Por su parte, el Índice de Estado de Derecho 2014 del World Justice Project (WJP) otorga al sistema de justicia penal mexicano una calificación de 0.25, en una escala que va de 0 a 1.  Esto coloca a México en el puesto 97 de 99 países evaluados –por debajo de Afganistán y sólo por encima de Bolivia y Venezuela. Este diagnóstico estudia 7 factores: investigaciones poco efectivas (0.15), un sistema penitenciario que no cumple con su función de reinserción (0.16), discriminación y falta de imparcialidad en el sistema (0.19), una justicia que no es expedita (0.24), corrupción entre los principales operadores del sistema (0.29), incumplimiento con el debido proceso marcado por la ley (0.30), así como casos de influencia inapropiada por parte de agentes de gobierno (0.39). Estos indicadores señalan la gravedad en la que se encuentra nuestro sistema de justicia penal.

Por lo anterior, no es sorprendente que México se encuentre en los peores lugares a nivel regional en términos de la percepción de sus ciudadanos sobre la efectividad del sistema de justicia. Según la encuesta LAPOP 2012, que compara 26 países del continente americano, solamente 8.16 por ciento de los mexicanos confía que si fuera víctima de un robo o asalto, el sistema lograría castigar al culpable.

Luego de conocer la percepción que como país se tiene, profundicemos sobre las variables de estudio para arribar a una primera aproximación de las fallas del sistema mexicano, para ello señalemos que México junto con otros cinco países latinoamericanos (Guyana, Trinidad y Tobago, Colombia, Jamaica, Ecuador) al menos un 20% estima que pagar un soborno está justificado, lo cual refleja expectativas de comportamientos corruptos por parte de los actores estatales. Se argumenta al respecto que las actitudes de los ciudadanos hacia los sobornos está influida por el Estado de derecho. Si el Estado de derecho es débil, las normas de comportamiento social pueden fomentar un “circulo vicioso de incumplimiento”: las violaciones repetidas de la ley incentivan que otros violen la ley, “alimentando por lo tanto la espiral de desobediencia normativa”.  En este sentido, los ciudadanos justifican más pagar un soborno cuando la corrupción es rampante y donde no se garantiza un tratamiento igualitario en el sistema de justicia, que en lugares donde esto no acontece. Eso sugiere que cuando los tribunales no discriminan en favor de algunos grupos y en contra de otros, los ciudadanos no suelen justificar el soborno ocasional. Sobre el particular, los estudios más recientes elaborados por el Barómetro de las Américas sugieren que una alta percepción de corrupción se relaciona con la disminución de los niveles de confianza en las instituciones.

LAPOP ha mostrado que en  México, las percepciones de corrupción son muy altas, en comparación con el promedio de américa latina, indicando que para los mexicanos ésta es una práctica común. La percepción de este fenómeno a través del tiempo, de acuerdo a los informes existentes de 2006, 2008, 2010 y 2012, nos da un panorama de percepción constante y gradualmente a la alza del comportamiento corrupto. De igual forma, por lo que respecta a las tasas de victimización, México de acuerdo a LAPOP, es uno de los países con mayor incidencia, casi 10 veces más que el país con menor incidencia (CANADÁ). Circunstancia que no es constante a lo largo de los años de estudio, teniendo una variación a la baja en el periodo comprendido de 2008 a 2010, si que ello impactare en una baja a las tasas de victimización de corrupción existentes en el país.

Por lo que respecta a la debilidad institucional, vale la pena traer a la mesa de estudio, los diversos acontecimientos de violencia sucedidos en México, los cuales guardan estrecha relación con la infiltración del crimen organizado en las instituciones mexicanas, lo que ahonda a profundiza la debilidad institucional del país. En dicho sentido, la organización México Evalúa, en su más reciente informe “Seguridad y Justicia Penal: 25 indicadores de nuestra debilidad institucional”[1], destaca que: las agencias del Ministerio Público en los resuelven apenas el 13% de las averiguaciones previas que se inician; los asesinatos de alto impacto aumentaron 600% entre el 2009 y el 2011; hay 60% de efectividad para sancionar delitos graves y tan sólo el 12% para sancionar delitos mayores. Aparte de que en 24 estados de la federación hay cinco o más presos por custodio, cuando la tasa de ocupación a nivel nacional es de 124.4%, más de lo que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) clasifica como hacinamiento.

A partir de estos puntos, podemos mencionar a manera de conclusión que el Estado Mexicano es demasiado débil – por ahora – para combatir a los grupos facticos, como es el caso del crimen organizado, que han penetrado en las instituciones pública, lacerando así a la sociedad; abundando en el hecho que como se aprecia de los estudios sobre  percepción y victimización de corrupción, ambas variables son condicionantes de las fallas del sistema judicial, por que las instituciones encargadas de la función se encuentran colonizadas, a primera vista, de intereses particulares y burocracias lacónicas, que inhiben su buen funcionamiento propiciando la corrupción como una practica común y recurrente. Además de apreciarse que las instituciones no son únicamente sistemas de reglas, sino arreglos normativos, que inciden en los valores y percepciones de una sociedad, es decir, lo que asumimos como cultura común, pertenencia colectiva y confianza, que deben partir de condiciones e instituciones que hagan que la gente actúe honestamente, porque cree que la estructura básica de la sociedad es justa.


FUENTES:


Índice de Estado de Derecho, World Justice Project

Informe México Evalúa

LAPOP

Perspectivas del Barómetro de las Américas, 2013


[1] Cabe señalar que aunque el estudio elaborado por México Evalúa solo refiere al sistema de procuración de justicia en México, dicho informe sirve de referente para comprender un poco los niveles bajos de confianza y eficacia de los jueces, así como el impacto que la debilidad institucional tiene en el estado mexicano, como condicionante endógena del fallo en la administración de justicia.

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