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La desvergüenza.



El grado de penetración y de usos avanzados por la ciudadanía en el mundo son ya ineludibles,  el uso de las redes sociales es una interactuación relativamente avanzada que merece destacarse, las nuevas maneras de comportarse ciudadanos – autoridades ha cambiado el ejercicio de poder, muestra de ello es la iniciativa del #opengovernment como respuesta lucida de lo que debe ser la nueva gobernanza. La interconexión, en este contexto,  se ha convertido en un elixir de esperanza para logar la reinvención de  la sociedad, menos compleja, y más transparente, la huella digital nació para  preservar nuestro presente y proyectar nuestro futuro.

Sin embargo a pesar de ello la sociedad civil en México parece aun no ser lo suficientemente participativa y corresponsable [salvo sus mínimas y plausibles expresiones críticas] para exigir y promover la transparencia y rendición de cuentas como vías legales para combatir la corrupción. El costo de la democracia resulta sumamente alto ante ciudadanos poco opinantes, ciudadanos- electores que olvidan su pasado histórico y que ven en la protesta masiva la única alternativa viable de inconformidad, temerosos (quizás) de una clase política que ha sojuzgado el andamiaje institucional al grado de prostituirlo en cada elección, políticos cuya desvergüenza da pauta a la “cleptocracía”, es decir, el establecimiento y desarrollo del poder basado en el robo, la maquinación y el engaño, institucionalizando la corrupción y sus derivados como el nepotismo, el clientelismo, el peculado, de forma en que acciones como las recientemente hechas públicas en México queden impunes, debido a que todos los sectores del poder están viciados por antivalores.

La Casa Blanca de la esposa del Presidente de la República ha evidenciado un conflicto de intereses pese a que la oposición considera el hecho de manera aislada como un asunto privado, dando pauta a la sátira en las redes sociales como muestra de indignación social y sin que el hecho alcance la fuerza suficiente para imputar responsabilidades políticas al presidente y su consorte, con el objeto de cambiar la realidad de un país en el que sus políticos abusan y se ríen de su sociedad, un país en donde la política es para hacer dinero y donde el dinero es para hacer política.

Así, minimizar los daños le resulta muy barato al gobierno de la república, incluso pese al oneroso costo que debe pagar a una consultora española de contención de medios luego de los tristes sucesos en #Ayotzinapa y que parecerá tan eficiente su capacidad histriónica para manejar los hilos de la caja china  para haber logrado pasar a un segundo plano el escándalo de la #CasaBlanca con encabezados y notas televisivas más vistosas, como la muerte del cómico mexicano Roberto Gómez Bolaños y más recientemente la XXIV Cumbre Iberoamericana, ésta última, la gran oportunidad de México para decirle al mundo que estamos mejor que nunca, que las reformas estratégicas están en marcha para transitar al país de la vanguardia, un progreso que nadie palpa y cuya operacionalización distará mucho del discurso gubernamental.

Dos años han demostrado que lo mejor que ha hecho el actual gobierno federal es tener una agenda mediática bastante para aminorar los escándalos, suficiente para hacer de éstos una mera noticia de ocho columnas que cambia a diario, evidenciado
que el actual mandatario pareciera tener la capacidad política de gozar de mano de hierro con guante de terciopelo para contener la presión mediática y tener  a sus pies una oposición timorata, que goza ya de poca credibilidad ante la ausencia de equilibrios que inhiban la desfachatez de su actuar.


México necesita alzar mas la voz y actuar contra la corrupción para romper esa cadena, pero parece que aún estamos lejos de alcanzar el escenario de un país ideal mientras la desvergüenza de la clase política sea la constante y la ausencia de nuevos referentes políticos sea la excepción, el empoderamiento de la sociedad cobra aquí notoriedad si somos capaces de unir esfuerzos para eliminar los efectos perniciosos de la corrupción y transitar así a la prosperidad y la dignidad como país.

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